En este discurso de despedida de Jesús, que desembocará en su hora (muerte-resurrección), provoca la turbación y el desánimo de sus discípulos. Si él se va, quedarán solos y en duelo: ¿Dónde se va? ¿Por qué debe ser de ese modo? Jesús es el único que quita la mirada trágica del hecho. Sus palabras son oscuras para los discípulos, no entienden, hacen preguntas y responde hablando con imágenes familiares y tranquilizadoras para terminar con una revelación definitiva: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”.
En tiempos de Jesús, el “Camino” era entendido por los líderes religiosos como el cumplimiento de la Ley. Pero él revierte la situación y plantea que él es el Camino para llegar a Dios. Todo aquel que se vuelve como él (humano) está en el Camino: viene del Padre, con sus palabras y acciones, pero también vuelve a él abriéndonos el paso a una vida más humana. Además, se afirmaba que la Ley era la vida, bastaba cumplirla para acceder a ella. En cambio, Jesús garantiza que él es la Vida en plenitud para todos; y por lo tanto, la Verdad, ya que al identificarnos con él, actuamos conforme a su modo y no al modo tan clásico de nuestros tiempos: “hago de mi vida según lo que me parece”.
En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones… ¿Qué hacen unos padres responsables que esperan la visita de su hijo después de mucho tiempo sin verlo? Preparan con cariño la habitación donde se alojará. Jesús hace lo mismo, abre la casa del Padre a los hombres por él redimidos. Cuando conocemos a Jesús, estamos conociendo al Padre.
El reproche de Jesús a Felipe: Hace tanto tiempo que estoy con ustedes… pone en evidencia el error de Felipe. Este cree que después de Jesús hay algo más, como si Jesús no bastara: Cristo es suficiente porque él colma toda expectativa de vida. Unidos a él haremos grandes obras, pero siempre y cuando seamos conscientes de que toda obra buena es por absoluta intervención del Señor y no nuestra.
“El que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aun mayores”, Jn 14, 12.
P. Fredy Peña, ssp.