El viaje de Jesús no es solamente una subida geográfica a Jerusalén, sino también de juicio hasta terminar en la Cruz. Al enviar a los dos mensajeros, se ve denostado por la falta de hospitalidad, pero él estaba más allá del prejuicio religioso de los judíos con respecto a los samaritanos, por considerarlos impuros. En esPara seguir a Jesús hay que pagar un costoe sentido, Santiago y Juan encarnan la intolerancia religiosa y de ahí su actitud de venganza contra los samaritanos: Pretenden tener el mismo poder de Dios para cobrarse la ofensa recibida.
Por tanto, qué es más grave, ¿la falta de hospitalidad de los samaritanos o la sed de venganza de los discípulos? Curiosamente, Jesús reprende a los intolerantes discípulos y repudia el fanatismo religioso y su intransigencia. Siempre Jesús ve las cosas desde la perspectiva del plan del Padre y por eso no rehúye los problemas o el dolor. Porque vino al mundo para vencer al pecado y para que el hombre vea las cosas como las ve Dios y no como las ve el mundo.
Jesús se ve inmerso en tres casos de seguimiento; el primero es alguien que se ofrece, pero seguirlo no trae ninguna ganancia humana, material ni social; el segundo y el tercero están condicionados por sus lazos afectivos. Jesús no ve nada de malo en esa preocupación familiar o actitud filial, pero muchas veces los padres suelen ser un gran obstáculo para el espontáneo ejercicio de la libertad de los hijos. Por tanto, a Jesús no se le sigue para alcanzar la libertad, se le sigue en libertad.
Como seguidores del Señor, debemos comprender que el futuro amerita mirarlo hacia adelante y no hacia atrás. La nostalgia siempre nos lleva al pasado; en cambio, la esperanza del Reino mira siempre hacia el futuro, porque es más urgente e importante que el propio pasado.
“El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios” (Lc 9, 62).
P. Fredy Peña T., ssp