El evangelio de hoy nos recuerda aquella profecía que anuncia la venida del tiempo mesiánico, pues las palabras tomadas de Malaquías y de Isaías son acerca del mensajero que «prepara» el camino del Señor. Estos dos anuncios proféticos se confirman con la aparición de Juan el Bautista. Su presencia es signo de que se acerca el momento culminante de la intervención definitiva de Dios en la historia humana. La buena noticia no es que se viene la «destrucción», sino el tiempo de la misericordia con el bautismo de conversión de Juan y después con Jesús y su bautismo del Espíritu Santo.
Porque la «Buena Noticia» son la persona y las acciones de Jesús, llamado Cristo, Mesías e Hijo de Dios. Afirmación que constataron todos aquellos que pusieron y ponen atención a todo lo que Jesús dijo e hizo, como el oficial romano que aseveró a los pies de la cruz (cf. Mc 15, 39). Este es el gran grito del Adviento: ¡El Señor viene a nuestro encuentro! Es cierto que vivimos en una sociedad muy convulsionada por el individualismo y el utilitarismo: «las personas son cosas y no seres humanos». Así, caminamos entre sombras como el hijo pródigo. No obstante, este es el tiempo de reconciliarnos y volver a Dios, de liberarnos de rencores que nada aportan al amor cristiano ni lo llevan a madurar y a crecer.
La necesidad de convertirnos es más apremiante que nunca, para que Cristo, en el día de su venida, nos «encuentre en paz y reconciliados con él». Sin duda que la Iglesia y el mundo necesitan profetas y precursores como Juan el Bautista. Es decir, personas conscientes de su misión y que desde su entorno no hacen ni dicen nada para acaparar las miradas o vanagloriarse, simplemente procuran la gloria de Dios para luego desaparecer. Allí, se hacen escuchar, sin violentar a nada ni nadie y «preparan» el camino del Señor.
«Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos, así se presentó Juan el Bautista en el desierto» (Mc 1, 3-4).
P. Fredy Peña T., ssp
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1 Comment
Gloria a ti Señor Jesus…🙏💜✝️