Este miércoles fue dado a conocer el texto de la cuarta catequesis del Papa Francisco, quien durante las últimas semanas ha desarrollado el tema “Los encuentros con Jesús”. En esta ocasión, el Santo Padre reflexionó sobre el conmovedor episodio del hombre rico narrado en el Evangelio de San Marcos (Mc 10,17-22). Bajo el título “Jesús lo miró con amor”, el Pontífice ofreció una profunda meditación sobre la libertad, el amor gratuito y la necesidad de dejar atrás los lastres que impiden zarpar hacia la verdadera felicidad.
En el texto divulgado por el Vaticano, Francisco abordó el pasaje bíblico en el que un hombre rico, que ha cumplido los mandamientos desde su juventud, se acerca a Jesús con una pregunta crucial: «¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?». La respuesta de Cristo descoloca al joven: “Ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”. Al escucharla, el hombre se entristece y se marcha apenado, porque poseía muchos bienes.
“El Evangelio no dice su nombre. Es simplemente ‘un hombre’”, destacó el Papa, subrayando cómo esta falta de identidad refleja el drama del anonimato que muchas personas viven hoy: “Podemos escuchar nuestro nombre solo dentro de una relación, en la que alguien nos llama. Si nos quedamos solos, nunca oiremos pronunciar nuestro nombre”.
Francisco explicó también que este personaje representa a muchos hombres y mujeres de todos los tiempos: comprometidos externamente, pero interiormente inseguros, paralizados por el miedo a soltar lo que los ata. “Este hombre se construyó un barco de lujo, ¡pero se quedó en el puerto!”, expresó con su característico lenguaje gráfico.
Uno de los momentos más emotivos de la catequesis fue cuando el Papa se detuvo en la expresión del Evangelio: “Jesús lo miró con amor”. Esa mirada, explicó, revela cómo Cristo ve más allá de las apariencias y ama a las personas tal como son: “Jesús ama este hombre antes de haberle dirigido la invitación a seguirlo. El amor de Jesús es gratuito: exactamente lo contrario de la lógica del mérito que atormentaba a esta persona”.
El Pontífice advirtió contra la tentación de querer “comprar” el amor o el afecto, tanto en la relación con Dios como con los demás. “Mientras intentemos comprar el amor o mendigar afecto, esas relaciones nunca harán que nos sintamos felices”, afirmó.
A lo largo de su intervención, el Obispo de Roma insistió en que la tristeza de aquel hombre rico es una señal de que no logró soltar los pesos que le impedían lanzarse a una vida plena. “A veces pensamos que son riquezas, y en cambio son solo pesos que nos están bloqueando”, precisó.
Finalmente, Francisco animó a todos a dejarse mirar por Jesús con amor y a no tener miedo de dar el paso hacia una vida nueva. “La esperanza es que esta persona, como cada uno de nosotros, tarde o temprano pueda cambiar y decidir ir a alta mar”, concluyó. Y encomendó especialmente al Corazón de Jesús “a todas las personas tristes e indecisas, para que puedan sentir la mirada de amor del Señor, que se conmueve al mirar con ternura dentro de nosotros”.