La unidad que existe entre los bautizados, en tanto Hijos de Dios, fue el eje de la Catequesis del Papa de este miércoles, en la que el Santo Padre continuó analizando la Carta del Apóstol Pablo a los Gálatas. A través de su exposición, Francisco recalcó el valor del bautismo y la importancia de darnos cuenta de que, al nacer a una nueva vida con Cristo, nos convertimos en iguales. “Todos, a través de la redención de Cristo y el bautismo que hemos recibido, somos iguales: hijos e hijas de Dios. Iguales”, manifestó.
El Pontífice comenzó su catequesis explicando como Pablo sostiene que la fe en Jesucristo nos ha permitido convertirnos realmente en hijos de Dios y también en sus herederos. Por lo tanto, es necesario recordar de forma agradecida el momento en el que nos convertimos en ello: el bautismo.
“San Pablo en sus Cartas hace referencia en más de una ocasión al bautismo. Para él, ser bautizados equivale a participar de forma efectiva y real en el misterio de Jesús. Por ejemplo, en la Carta a los Romanos llegará incluso a decir que, en el bautismo, hemos muerto con Cristo y hemos sido sepultados con Él para poder vivir con Él. Muertos con Cristo, sepultados con Él para poder vivir con Él. Y esta es la gracia del bautismo: participar de la muerte y resurrección de Jesús. El bautismo, por tanto, no es un mero rito exterior. Quienes lo reciben son transformados en lo profundo, en el ser más íntimo, y poseen una vida nueva, precisamente esa que permite dirigirse a Dios e invocarlo con el nombre “Abbà”, es decir “papá”. “¿Padre?” No, “papá””, afirmó Francisco.
De este modo, es en el momento del bautismo cuando se produce la novedad de la que habla Pablo: al ser bautizados “en Cristo”, se crea una condición radicalmente nueva que conduce a la filiación divina. “No solamente hijo de Dios, como todos: todos los hombres y mujeres somos hijos de Dios, todos, cualquiera que sea la religión que tenemos. No. Pero “en Cristo” es lo que hace la diferencia en los cristianos, y esto solamente sucede en la participación a la redención de Cristo y en nosotros en el sacramente del bautismo, así empieza. Jesús se ha convertido en nuestro hermano, y con su muerte y resurrección nos ha reconciliado con el Padre. Quien acoge a Cristo en la fe, por el bautismo es “revestido” por Él y por la dignidad filial”, dijo el Pontífice.
NUEVA IDENTIDAD
Para el Papa, Pablo sostiene con gran audacia que la identidad recibida con el bautismo es algo totalmente nuevo, que prevalece sobre las diferencias étnicas, sociales y religosas, al plantear en la Carta a los Gálatas que «ya no hay judío ni griego» ni «ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer».
“Como se puede ver, Pablo afirma la profunda unidad que existe entre todos los bautizados, a cualquier condición pertenezcan, sean hombres o mujeres, iguales, porque cada uno de ellos, en Cristo, es una criatura nueva. Toda distinción se convierte en secundaria respecto a la dignidad de ser hijos de Dios, el cual con su amor realiza una verdadera y sustancial igualdad. Todos, a través de la redención de Cristo y el bautismo que hemos recibido, somos iguales: hijos e hijas de Dios. Iguales”, manifestó el Obispo de Roma.
REDESCUBRIR LA BELLEZA DE SER HIJOS DE DIOS
Por todas estas razones, el cristiano está llamado a vivir una nueva vida que encuentra en la filiación con Dios su expresión fundamental, en la medida que comprende que somos iguales por ser hijos de Dios, e hijos de Dios porque nos ha redimido Jesucristo y hemos entrado en esta dignidad a través del bautismo. “Es decisivo también para todos nosotros hoy redescubrir la belleza de ser hijos de Dios, ser hermanos y hermanas entre nosotros porque estamos insertos en Cristo que nos ha redimido”, precisó el Pontífice.
Francisco recordando la Constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano II afirmó: “Nuestra vocación es más bien la de hacer concreta y evidente la llamada a la unidad de todo el género humano”, y concluyó: “Lo que cuenta es la fe que obra siguiendo el camino de la unidad indicado por el Espíritu Santo. Nuestra responsabilidad es caminar decididamente por este camino de la igualdad, pero de la igualdad que es sostenida, que fue hecha por la redención de Jesús”.