Si queremos superar la crisis sanitaria, económica y social que ha provocado la pandemia, la solidaridad y subsidiariedad son dos principios fundamentales para el Papa Francisco. Ambos conceptos fueron abordados en la Audiencia General de este miércoles 23 de octubre, realizada en el Patio de San Dámaso del Palacio Apostólico Vaticano, desde donde el Santo Padre reiteró el llamado a trabajar juntos en la construcción de un mejor mañana, tarea en la que será fundamental que “quien tiene más se comprometa a servir y dar más a quien tiene menos”.
Francisco comenzó su catequesis semanal manifestando que cada persona debe asumir la responsabilidad que le corresponde para salir mejores de esta crisis. “Tenemos que responder no solo como individuos, sino también a partir de nuestro grupo de pertenencia, del rol que tenemos en la sociedad, de nuestros principios y, si somos creyentes, de la fe en Dios”, dijo. Sin embargo, precisó que, para participar del cuidado y la regeneración de los pueblos, “es justo que cada uno tenga los recursos adecuados para poder hacerlo (cfr Compendio de la doctrina social de la Iglesia [CDSC], 186)”.
El Papa recordó a Pío XI, quien “explicó lo importante que era para una verdadera reconstrucción el principio de subsidiariedad (cfr Enc. Quadragesimo anno, 79-80). Tal principio tiene un doble dinamismo: de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba”, posibilitando la participación y la acción de todos los miembros de la sociedad, no solo de los más poderosos o de los más débiles. “Es decir, hay una colaboración de arriba hacia abajo, del Estado central al pueblo y de abajo hacia arriba: de las asociaciones populares hacia arriba”, sostuvo.
“Por ejemplo, debido al confinamiento por el coronavirus, muchas personas, familias y actividades económicas se han encontrado y todavía se encuentran en grave dificultad, por eso las instituciones públicas tratan de ayudar con apropiadas intervenciones sociales, económicas, sanitarias: esta es su función, lo que deben hacer”, dijo.
Por eso, continuó Francisco, “cada uno debe tener la posibilidad de asumir la propia responsabilidad en los procesos de sanación de la sociedad de la que forma parte”.
Francisco subrayó la importancia de reconocer que dar participación incluye reconocer la sabiduría de aquellos que son los descartados, situados en los márgenes de las sociedades, y que, a menudo, no son escuchados: “Lamentablemente, esta injusticia se verifica a menudo allí donde se concentran grandes intereses económicos o geopolíticos, como por ejemplo ciertas actividades extractivas en algunas zonas del planeta. Las voces de los pueblos indígenas, sus culturas y visiones del mundo no se toman en consideración. Hoy, esta falta de respeto del principio de subsidiariedad se ha difundido como un virus”.
El Papa insistió: “Se escucha más a las grandes compañías financieras que a la gente o aquellos que mueven la economía real. Se escucha más a las compañías multinacionales que a los movimientos sociales. Así no permitimos a las personas que sean protagonistas del propio rescate (…) Hay que dejar actuar la sabiduría del pueblo para poder salir de la crisis”.
El Obispo de Roma declaró: “Nadie puede quedarse fuera. La injusticia provocada por intereses económicos o geopolíticos tiene que terminar, y dar paso a una participación equitativa y respetuosa”, por cuanto, agregó, “no hay verdadera solidaridad sin participación social, sin la contribución de los cuerpos intermedios: de las familias, de las asociaciones, de las cooperativas, de las pequeñas empresas, de las expresiones de la sociedad civil. Tal participación ayuda a prevenir y corregir ciertos aspectos negativos de la globalización y de la acción de los Estados, como sucede también en el cuidado de la gente afectada por la pandemia. Estas contribuciones “desde abajo” deben ser incentivadas”.
En ese sentido, y citando a san Pablo, recordó que “todas las partes del cuerpo son necesarias”, incluso aquellas “que podrían parecer más débiles y menos importantes”. Por eso, para construir la esperanza de un futuro más sano, todos los actores sociales debe trabajar unidos. “O trabajamos juntos para salir de la crisis, a todos los niveles de la sociedad, o no saldremos nunca. Salir de la crisis no significa dar una pincelada de barniz a las situaciones actuales para que parezcan un poco más justas. Salir de la crisis significa cambiar, y el verdadero cambio lo hacen todos, todas las personas que forman el pueblo. Todos los profesionales, todos. Y todos juntos, todos en comunidad”, argumentó.
El Papa valoró la actitud de reconocer mediante aplausos el trabajo y entrega del personal sanitario, pero hizo un fuerte llamado a no quedarse solo en el gesto, sino en reconocer el aporte de todos (ancianos, niños, personas con discapacidad, trabajadores, etc) en la construcción de un mundo mejor, y los invitó a soñar juntos.
“Animémonos a soñar en grande buscando estos ideales, no tratemos de reconstruir el pasado, especialmente el que era injusto y ya estaba enfermo. Construyamos un futuro donde la dimensión local y la global se enriquecen mutuamente —cada uno puede dar su parte, cada uno debe dar su parte, su cultura, su filosofía, su forma de pensar—, donde la belleza y la riqueza de los grupos menores, también de los grupos descartados, pueda florecer porque también allí hay belleza, y donde quien tiene más se comprometa a servir y dar más a quien tiene menos”, concluyó.