“El combate en la oración” fue el tema que el Papa Francisco desarrolló esta mañana en su tradicional catequesis de los días miércoles. El Santo Padre nos recordó que, muchas veces, la oración no es algo fácil, ya sea porque no tenemos tiempo o porque siempre hay cosas “más importantes” que hacer, o bien porque simplemente repetimos cosas sin sentirlas verdaderamente. Por eso, enfatizó, “muchas veces la oración es un combate”, en donde siempre el Señor está junto a nosotros.
Y para reforzar este punto, el Pontífice señaló que ninguno de los grandes orantes que encontramos en la Biblia y en la historia de la Iglesia ha tenido una oración “cómoda”. “Sí, se puede rezar como los loros —bla, bla, bla, bla, bla— pero esto no es oración. La oración ciertamente dona una gran paz, pero a través de un combate interior, a veces duro, que puede acompañar también periodos largos de la vida”, precisó.
LA ORACIÓN NO ES ALGO SENCILLO
Para el Papa, rezar no es algo fácil, sobre todo cuando, muchas veces, preferimos huir de la oración. “Cada vez que queremos hacerlo, enseguida nos vienen a la mente muchas otras actividades, que en ese momento parecen más importantes y más urgentes. Esto me sucede también a mí: voy a rezar un poco… Y no, debo hacer esto y lo otro… Nosotros huimos de la oración, no sé por qué, pero es así. Casi siempre, después de haber pospuesto la oración, nos damos cuenta de que esas cosas no eran en absoluto esenciales, y que quizá hemos perdido el tiempo”, indicó.
Por eso, todos los hombres y mujeres de Dios mencionan no solo la alegría de la oración, sino también la fatiga y la molestia que pueden causar. “Algún santo la ha llevado adelante durante años sin sentir ningún gusto, sin percibir la utilidad”, dijo, para luego añadir que “el silencio, la oración, la concentración son ejercicios difíciles, y alguna vez la naturaleza humana se rebela. Preferiríamos estar en cualquier otra parte del mundo, pero no ahí, en ese banco de la iglesia rezando. Quien quiere rezar debe recordar que la fe no es fácil, y alguna vez procede en una oscuridad casi total, sin puntos de referencia”. Pese a ello, es muy importante seguir rezando.
LOS ENEMIGOS DE LA ORACIÓN
Francisco abordó luego aquellos enemigos de la oración, los que hacen difícil rezar y ponen dificultades, desde aquellos que “dudan de que esta pueda alcanzar verdaderamente al Omnipotente“ hasta quienes “sospechan que la oración sea una mera operación psicológica; algo que quizá es útil, pero no verdadera ni necesaria”.
Sin embargo, el Obispo de Roma aclaró que “los peores enemigos de la oración están dentro de nosotros”. Y, de acuerdo al Catecismo de la Iglesia Católica, estos son: “el desaliento ante la sequedad, tristeza de no entregarnos totalmente al Señor, porque tenemos “muchos bienes”, decepción por no ser escuchados según nuestra propia voluntad; herida de nuestro orgullo que se endurece en nuestra indignidad de pecadores, difícil aceptación de la gratuidad de la oración, entre otros”.
PARA ENFRENTAR A LOS ENEMIGOS DE LA ORACIÓN
¿Qué se puede hacer frente a la tentación? Francisco dijo que los maestros del alma lo tenían bien claro: “Para superarla, cada uno de ellos ofreció alguna contribución: una palabra de sabiduría, o una sugerencia para afrontar los tiempos llenos de dificultad. No se trata de teorías elaboradas en la mesa, no, sino consejos nacidos de la experiencia, que muestran la importancia de resistir y de perseverar en la oración”.
Por eso es importante la lectura de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola, que permite “entender que la vocación cristiana es militancia, es decisión de estar bajo la bandera de Jesucristo y no bajo la del diablo, tratando de hacer el bien también cuando se vuelve difícil”; así como el ejemplo de san Antonio abad, quien a los treinta y cinco años tuvo una fuerte crisis, pero resistió. “Cuando finalmente volvió a la serenidad, se dirigió a su Señor con un tono casi de reproche: «¿Dónde estabas? ¿Por qué no viniste enseguida a poner fin a mis sufrimientos?». Y Jesús respondió: «Antonio, yo estaba allí. Pero esperaba verte combatir»“, explicó el Pontífice.
COMBATIR CON LA ORACIÓN
El Papa trajo un ejemplo para explicar como muchas veces la oración se transforma en un combate. Trajo a la memoria la situación de una pareja cuya hija de nueve años estaba muy enferma y los doctores le dijeron a ambos que no pasaría de esa noche. El padre, hombre de fe, se dirigió a la Basílica de la Virgen de Luján, donde rezó toda la noche aferrado a la reja, “combatiendo por la salud de la hija”. Cuando regresó a su hogar, encontró a su mujer sonriendo porque la pequeña había mejorado inexplicablemente.
“Ese hombre luchando con la oración ha obtenido la gracia de la Virgen. La Virgen le ha escuchado. Y esto lo he visto yo: la oración hace milagros, porque la oración va precisamente al centro de la ternura de Dios que nos ama como un padre. Y cuando no se cumple la gracia, hará otra que después veremos con el tiempo. Pero siempre es necesario el combate en la oración para pedir la gracia. Sí, a veces nosotros pedimos una gracia que necesitamos, pero la pedimos así, sin ganas, sin combatir, pero no se piden así las cosas serias. La oración es un combate y el Señor siempre está con nosotros”, manifestó el Santo Padre.