“La meditación hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo. Esta movilización es necesaria para profundizar en las convicciones de fe, suscitar la conversión del corazón y fortalecer la voluntad de seguir a Cristo. La oración cristiana se aplica preferentemente a meditar los misterios de Cristo”, dijo el Papa Francisco en la Audiencia General de este miércoles, 28 de abril, al reflexionar sobre el tema “Meditación como forma de oración”, a partir del pasaje bíblico del Evangelio de san Juan (14,25-25; 16,12-15), en el cual Jesús anuncia a sus discípulos que, cuando venga el Espíritu Santo, “les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho”.
En este contexto, el Santo Padre precisó que, “para un cristiano ‘meditar’ es buscar una síntesis: significa ponerse delante de la gran página de la Revelación para intentar hacerla nuestra, asumiéndola completamente”. Y el cristiano, después de haber acogido la Palabra de Dios, no la tiene cerrada dentro de sí, porque esa Palabra debe encontrarse con «otro libro», que el Catecismo llama «el de la vida». Es lo que intentamos hacer cada vez que meditamos la Palabra.
Asimismo, el Papa señaló que, la práctica de la meditación no es solamente de los cristianos, sino que existe una práctica meditativa en casi todas las religiones del mundo, incluso es una actividad difundida entre personas que no tienen una visión religiosa de la vida. “Todos necesitamos meditar, reflexionar, reencontrarnos a nosotros mismos, es una dinámica humana. Sobre todo, en el voraz mundo occidental – subrayó el Pontífice– se busca la meditación porque esta representa un alto terraplén contra el estrés cotidiano y el vacío que se esparce por todos lados”. La meditación es un fenómeno que hay que mirar con buenos ojos, señaló el Obispo de Roma, de hecho nosotros no estamos hechos para correr en continuación, poseemos una vida interior que no puede ser siempre pisoteada. Meditar es por tanto una necesidad de todos.
LA ORACIÓN ES ENCUENTRO CON EL OTRO
Esta palabra, acogida en un contexto cristiano, afirmó el Santo Padre, asume una especificidad que no debe ser cancelada. La gran puerta a través de la cual pasa la oración de un bautizado – lo recordamos una vez más – es Jesucristo. También la práctica de la meditación sigue este sendero. “El cristiano, cuando reza, no aspira a la plena transparencia de sí, no se pone en búsqueda del núcleo más profundo de su yo; la oración del cristiano – precisó – es sobre todo encuentro con el Otro con la O mayúscula”. Si una experiencia de oración nos dona la paz interior, o el dominio de nosotros mismos, o la lucidez sobre el camino que emprender, estos resultados son, por así decir, efectos colaterales de la gracia de la oración cristiana que es el encuentro con Jesús.
DIVERSOS MÉTODOS DE ORACIÓN
El sucesor de Pedro también recordó que el término “meditación” a lo largo de la historia ha tenido significados diferentes. Incluso dentro del cristianismo se refiere a experiencias espirituales diferentes. Sin embargo, se pueden trazar algunas líneas comunes, y en esto nos ayuda también el Catecismo, que dice así: «Los métodos de meditación son tan diversos como diversos son los maestros espirituales. […] Pero un método no es más que un guía; lo importante es avanzar, con el Espíritu Santo, por el único camino de la oración: Cristo Jesús». No es posible meditar sin la ayuda del Espíritu Santo.
Asimismo, el Vicario de Cristo señaló que algunos métodos de meditación cristiana son muy sobrios, otros más articulados; algunos acentúan la dimensión intelectual de la persona, otros más bien la afectiva y emotiva. “Todos son importantes y dignos de ser practicados, en cuanto que pueden ayudar a la experiencia de la fe a convertirse en un acto total de la persona: no reza solo la mente del hombre, como no reza solo el sentimiento”. Por eso se debe recordar siempre que el método es un camino, no una meta: cualquier método de oración, si quiere ser cristiano, forma parte de esa sequela Christi que es la esencia de nuestra fe.
MEDITAR ES UNA FORMA DE ENCONTRAR A JESÚS
Finalmente, Francisco dijo que, esta es por tanto la gracia de la oración cristiana, que Cristo no está lejos, sino que está siempre en relación con nosotros. “No hay aspecto de su persona divino-humana que no pueda convertirse para nosotros en lugar de salvación y de felicidad. Cada momento de la vida terrena de Jesús, a través de la gracia de la oración, se puede convertir para nosotros en contemporáneo”. Gracias al Espíritu Santo, también nosotros estamos presentes en los diferentes momentos de la vida de Jesús. No hay página del Evangelio en la que no haya lugar para nosotros. Meditar, para nosotros cristianos, es una forma de encontrar a Jesús. Y así, solo así, reencontrarnos con nosotros mismos.