La catequesis del Papa de este semana estuvo dedicada a la virtud de la fortaleza, definida por el Catecismo de la Iglesia Católica como aquella capacidad moral “que asegura la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien”, y que, al mismo tiempo, reafirma “la decisión de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos en la vida moral”. Frente a la multitud reunida en la plaza de san Pedro, el Santo Padre explicó que la fortaleza es “la más combativa de las virtudes”, en comparación con la prudencia y la justicia, ya que impulsa al ser humano a actuar con pasión. Sin embargo, dijo también que esta pasión debía ser encauzada por el agua del Bautismo y el fuego del Espíritu Santo.
“El pensamiento de los antiguos no imaginó un ser humano sin pasiones: sería una piedra. Y las pasiones en sí no son necesariamente el residuo de un pecado; pero deben ser educadas, deben ser dirigidas, deben ser purificadas con el agua del Bautismo, o, mejor, con el fuego del Espíritu Santo. Un cristiano sin valentía, que no doblega sus propias fuerzas al bien, que no molesta a nadie, es un cristiano inútil. ¡Pensemos en esto! Jesús no es un Dios diáfano y aséptico, que no conoce las emociones humanas. Todo lo contrario”, afirmó el Santo Padre.
La fortaleza, por lo tanto, sirve para confrontar y vencer los enemigos internos, como por ejemplo, la ansiedad, la angustia, el temor, la culpa y muchas otras fuerzas que se agitan en nuestro interior y que tantas veces nos paralizan. También ayuda a combatir a los enemigos externos que se presentan en la vida en forma de dificultades de cualquier tipo. Cultivad esta virtud nos hará ser personas que no se atemorizan ni se desaniman ante las pruebas y que se toman en serio los desafíos del mundo, actuando decididamente contra el mal y contra la indiferencia, ya que, para el Pontífice, “la fortaleza es una virtud fundamental porque toma en serio el desafío del mal en el mundo”, que se manifiesta fuerzas oscuras portadoras de muerte, que han generado horrores como las guerras, la violencia, la esclavitud y la opresión de los pobres, entre otras heridas que nunca han cicatrizado y que aún sangran.
“La virtud de la fortaleza nos hace reaccionar y gritar “no”, un rotundo “no” a todo esto. En nuestro cómodo Occidente, que ha “aguado” un poco todo, que ha convertido el camino de la perfección en un simple desarrollo orgánico, que no necesita luchar porque todo le parece igual, sentimos a veces una sana nostalgia de los profetas. Pero las personas incómodas y visionarias son muy raras. Necesitamos que alguien nos levante del “blando lugar” en el que nos hemos acomodado y nos haga repetir con decisión nuestro “no” al mal y a todo lo que conduce a la indiferencia. “No” al mal y “no” a la indiferencia; “sí” al camino, al camino que nos hace progresar, y para ello debemos luchar”, enfatízó Francisco.
El papa concluyó su catequesis motivando a los cristianos a redescubrir en el Evangelio la fortaleza de Jesús, y a seguir el ejemplo de los santas y santas, que han señalado el camino para aprender a vivirla, de modo de crecer más en la virtud de la fortaleza y en las obras de bien.