Tras varias semanas dedicadas a reflexionar sobre los vicios que afectan al ser humano, el Papa Francisco dedicó su catequesis de esta mañana a las virtudes, a las que describió como aquellos bienes que nacen de una lenta maduración de la persona, con la gracia de Dios y el Espíritu Santo, hasta convertirse en una de sus características interiores que lo impulsan a actuar en forma correcta. Ante la multitud reunida en la plaza de San Pedro, el Obispo de Roma centró su meditación en el tema: ”El actuar virtuoso“, teniendo como punto de partida la cita bíblica correspondiente a Fil 4, 8-9.
“El corazón humano puede complacerse en malas pasiones, puede prestar atención a tentaciones nocivas disfrazadas con vestidos seductores, pero también puede oponerse a todo esto. Por fatigoso que sea, el ser humano está hecho para el bien, que le realiza verdaderamente, y también puede practicar este arte, haciendo que ciertas disposiciones se hagan permanentes en él. La reflexión sobre esta maravillosa posibilidad nuestra constituye un capítulo clásico de la filosofía moral: el capítulo de las virtudes”, explicó el Santo Padre al introducir su catequesis.
Como ejemplo de virtud, el Pontífice mencionó a los santos, en la medida que los entendemos no como un circulo exclusivo de campeones, sino como quienes llegan a ser plenamente ellos mismos, realizando en su vida la vocación propia de todo ser humano. En ese sentido, Francisco destacó la imperiosa necesidad de motivar y destacar el actuar virtuoso, en un mundo donde es fundamental que el ser humano recuerde, entienda y aspire a la imagen de Dios que él ha plasmado en cada uno.
“¡Qué feliz sería el mundo si la justicia, el respeto, la benevolencia mutua, la amplitud del corazón y la esperanza fueran la normalidad compartida, y no una rara anomalía! Por eso el capítulo del actuar virtuoso, en estos tiempos dramáticos nuestros, en los que a menudo nos encontramos con lo peor de lo humano, debería ser redescubierto y practicado por todos. En un mundo deformado, debemos recordar la forma en la que hemos sido plasmados, la imagen de Dios que está impresa para siempre en nosotros”, manifestó.
“La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien“, reza el Catecismo de la Iglesia católica; no es algo “improvisado“, complementó el Papa, y no puede clasificarse entre los actos buenos, de los que incluso los delincuentes pueden ser capaces “en un momento de lucidez“, que “están escritos en el ‘libro de Dios’“. Por el contrario, “es un bien que surge de una lenta maduración de la persona, hasta convertirse en su característica interior“.
“La virtud es un hábito de libertad. Si somos libres en cada acto, y cada vez estamos llamados a elegir entre el bien y el mal, la virtud es lo que nos permite tener un hábito hacia la elección correcta”, precisó.
Un don como este no es algo sencillo de adquirir. Sin embargo, el Papa dio algunas pistas que pueden ser de ayuda. En primer lugar, citó a la gracia de Dios, en la medida que los bautizados entiendan que el Espíritu Santo actúa en cada alma para conducirla a una vida virtuosa. “Cuántos cristianos han llegado a la santidad a través de las lágrimas, al constatar que no podían superar ciertas debilidades! Pero han experimentado que Dios ha completado esa obra buena que para ellos era sólo un esbozo. La gracia precede siempre a nuestro compromiso moral”, indicó.
En segundo lugar, se debe tener muy presente que la virtud crece y puede ser cultivada. “Y para que esto ocurra, el primer don del Espíritu que hay que pedir es precisamente la sabiduría”, dijo Francisco. El hombre “no es territorio libre para la conquista de los placeres, de las emociones, de los instintos, de las pasiones“, incapaz de hacer frente a “estas fuerzas, a veces caóticas, que lo habitan”, la sabiduría le permite “aprender de los errores para dirigir bien la vida”. Y luego, añadió el Santo Padre, hace falta buena voluntad, es decir, “la capacidad de elegir el bien, de moldearnos mediante el ejercicio ascético, rehuyendo los excesos“.
El Papa concluyó su catequesis con la siguiente intención de oración: “Pidamos al Espíritu Santo el don de sabiduría para que nos ayude a tomar decisiones y a ejercitar las virtudes, orientando nuestra vida por el camino del bien. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide”.