El Papa Francisco dio inicio a un nuevo ciclo de catequesis, en el que reflexionará sobre algunos de los temas propuestos por el Apóstol Pablo en su Carta a los Gálatas. Para el Santo Padre, se trata de un texto que no solo permite conocer mejor al llamado Apóstol de los Gentiles, sino que sirve para profundizar en cuestiones fundamentales de la fe, como la libertad, la gracia y la forma de vivir cristiana las que, a su juicio, parecen haber sido escritas para nuestra época.
El Pontífice comenzó destacando la gran obra de evangelización realizada por el Apóstol en la zona, donde había logrado fundar varias pequeñas comunidades, todas dispersas en la región de la Galacia. “Pablo, cuando llegaba a una ciudad, a una región, no hacía enseguida una catedral, no. Hacía las pequeñas comunidades que son la levadura de nuestra cultura cristiana de hoy. Empezaba haciendo pequeñas comunidades. Y estas pequeñas comunidades crecían, crecían e iban adelante”, explicó.
Sin embargo, sostuvo Francisco, Pablo pronto se da cuenta de un peligro que acecha sobre estas comunidades: “se habían infiltrado algunos cristianos venidos del judaísmo, los cuales con astucia empezaron a sembrar teorías contrarias a la enseñanza del Apóstol, llegando incluso a denigrar su persona”. Estos adversarios de Pablo sostenían que los paganos debían ser sometidos a la circuncisión y vivir según las reglas de la ley mosaica, atrás a las observancias de antes, las cosas que han quedado traspasadas por el Evangelio. También sostenían que Pablo no era un verdadero apóstol y por tanto no tenía ninguna autoridad para predicar el Evangelio. “Muchas veces nosotros vemos esto. Pensemos en alguna comunidad cristiana o en alguna diócesis: empiezan las historias y después se termina por desacreditar al párroco, al obispo. Es precisamente el camino del maligno, de esta gente que divide, que no sabe construir. Y en esta Carta a los Gálatas vemos este procedimiento”, afirmó Francisco.
De este modo, se generó una situación de crisis en la naciente comunidad. “¿Qué tenían que hacer? ¿Escuchar y seguir lo que Pablo les había predicado, o escuchar a los nuevos predicadores que le acusaban? Es fácil imaginar el estado de incertidumbre que animaba sus corazones”. Y eso, expuso el Papa, no es algo tan distinto de lo que ocurre hoy en día, cuando aparecen los llamados “custodios de la verdad” a enturbiar las comunidades. “Con fuerza afirman que el cristiano verdadero es al que ellos están vinculados, a menudo identificado con ciertas formas del pasado, y que la solución a las crisis actuales es volver atrás para no perder la genuinidad de la fe”, dijo.
Sin embargo, hay una forma de reconocerlos: “Ante la predicación del Evangelio que nos hace libres, nos hace alegres, estos son los rígidos. Siempre con la rigidez: se debe hacer esto, se debe hacer esto otro… La rigidez es propia de esta gente”. Por eso, explicó el Papa, seguir la enseñanza del Apóstol Pablo en la Carta a los Gálatas nos hará bien para comprender qué camino seguir.
“El indicado por el Apóstol es el camino liberador y siempre nuevo de Jesús Crucificado y Resucitado; es el camino del anuncio, que se realiza a través de la humildad y la fraternidad; los nuevos predicadores no conocen qué es la humildad, qué es la fraternidad; es el camino de la confianza mansa y obediente, los nuevos predicadores no conocen la mansedumbre ni la obediencia. Y este camino manso y obediente va adelante en la certeza de que el Espíritu Santo obra en todos los tiempos de la Iglesia. En definitiva, la fe en el Espíritu Santo presente en la Iglesia, nos lleva adelante y nos salvará”, concluyó.