El Papa Francisco comenzó a desarrollar un nuevo ciclo de catequesis esta mañana, en la tradicional Audiencia General de los días miércoles. En este, a partir del tema El Espíritu y la Esposa, invitó a los cristianos a meditar como el Espíritu Santo guía al Pueblo de Dios al encuentro con Jesús, haciendo un recorrido por las grandes etapas de la historia de la salvación: el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y el Tiempo de la Iglesia.
De esto modo, por ejemplo, el Santo Padre tomó el relato de la Creación del libro del Génesis, para graficar como el Espíritu de Dios se manifiesta como un poder misterioso que hace pasar al mundo del caos al cosmos, vale decir, de la confusión a la armonía, transformado la tierra informe, vacía y hasta tenebrosa, en un lugar hermoso, limpio y ordenado.
“El Espíritu crea la armonía, la armonía en la vida, la armonía en el mundo. En otras palabras, es Él quien hace que el mundo pase del caos al cosmos, es decir, de la confusión a algo bello y ordenado. Este es, de hecho, el significado de la palabra griega kosmos, así como de la palabra latina mundus, es decir, algo hermoso, ordenado, limpio, armonioso, porque el Espíritu es la armonía”, manifestó el Pontífice.
El concepto de la acción del Espíritu en la Creación fue reforzado, además, por el Santo Padre citando el salmo que dice “Por la Palabra del Señor fueron hechos los cielos, por el soplo de su boca todos sus ejércitos”, y aquél que expresa “Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra”.
Francisco continuó su catequesis explicando cómo el Apóstol Pablo introdujo un nuevo elemento en esta relación, al hablar de “un universo que gime y sufre como con dolores de parto” a causa de la acción del hombre, quien ha sometido a la Creación a lo que el Papa llama “la esclavitud de la corrupción”.
“Es una realidad que nos concierne de cerca y de forma dramática. El Apóstol ve la causa del sufrimiento de la creación en la corrupción y el pecado de la humanidad, que la ha arrastrado en su alejamiento de Dios. Esto sigue siendo tan cierto hoy como entonces. Vemos los estragos que la humanidad ha causado y sigue causando en la creación, especialmente por parte de quienes tienen mayor capacidad para explotar los recursos naturales”, afirmó el Obispo de Roma.
Y la solución para recuperar la armonía del espíritu es retomar el camino propuesto por san Francisco de Asís, vale decir, la contemplación y la alabanza. “Nuestra vocación en el mundo, nos recuerda de nuevo Pablo, es ser «alabanza de su gloria» (Ef 1,12). Es anteponer la alegría de contemplar a la alegría de poseer. Y nadie se ha alegrado más de las criaturas que Francisco de Asís, que no quería poseer ninguna de ellas”, precisó el Santo Padre.
El Vicario de Cristo profundizó luego en cómo esa misma idea de orden y armonía generada por el Espíritu aplica también sobre las personas. “El Espíritu Santo, que en el principio transformó el caos en cosmos, está trabajando para llevar a cabo esta transformación en cada persona”, ya que, “nuestro corazón se parece a aquel abismo desierto y oscuro de los primeros versículos del Génesis. En él se agitan sentimientos y deseos opuestos: los de la carne y los del espíritu. Todos somos, en cierto sentido, ese «reino donde hay luchas internas» del que habla Jesús en el Evangelio”.
Por eso, para el Papa, es fundamental que los cristianos sean capaces de abrir sus corazones a la acción de Dios, en la medida que es la mejor manera de resolver el caos interno que pueden estar enfrentando: “Hermanos y hermanas, hagamos un buen trabajo para que nuestra confusión interior se transforme en una claridad del Espíritu Santo: es el poder de Dios el que lo hace, y nosotros le abrimos nuestros corazones para que Él pueda hacerlo”.
Por eso, el Sucesor de Pedro concluyó su catequesis con esta petición: “Que esta reflexión suscite el deseo de que venga a nosotros el Espíritu Creador. Desde hace más de un milenio, la Iglesia pone en nuestros labios el grito para pedirlo: «Veni creator Spiritus», ¡Ven, oh Espíritu Creador! Visita nuestras mentes. Llena de gracia celestial los corazones que has creado». Pidamos al Espíritu Santo que venga a nosotros y nos haga personas nuevas, con la novedad del Espíritu”.