En la catequesis de esta semana, el Papa Francisco abordó el segundo de los cuatro grandes temas sobre el celo apostólico inspirados en la exhortación Evangelii gaudium. Y este nos es otro que tener siempre presente que el anuncio es para todos, por lo tanto, debe ser alegría para todos. Y esto significa que la misión de los cristianos tiene un alcance universal, ya que están llamados a evangelizar sin excluir a nadie, saliendo de ellos mismos y superando las barreras que separan a las personas, para compartir la buena noticia con gozo y sencillez de corazón.
De ese modo, el Santo Padre recordó que la Biblia nos muestra que Dios elige a algunos hombres y mujeres para que sean sus testigos y, a través de ellos, su amor llegue a muchas más personas, hasta los confines de la tierra. Por lo tanto, hay que tener presente que también a nosotros el Señor nos ha elegido para que transmitamos su mensaje a otros hermanos y hermanas que aún no lo conocen. Esta vocación es un don, que no se debe asumircomo un privilegio sino como un servicio y una responsabilidad, que requiere coherencia y fidelidad.
“Hermanos, hermanas, sintámonos al servicio del destino universal del Evangelio; es para todos, y distingámonos por la capacidad de salir de nosotros mismos, de superar todos los confines. Un anuncio, para ser un verdadero anuncio, debe salir del propio egoísmo. Y nosotros también tenemos la capacidad de superar todas las fronteras”, sostuvo el Pontífice.
En su intervención, el Santo Padre llamó a los cristianos a “ser abiertos y expansivos, ‘extrovertidos’“, al fin y al cabo, Jesús “hizo de su presencia en el mundo un camino continuo, destinado a llegar a todos“, como se desprende también de diversos encuentros narrados en el Evangelio. Y, añadió, es precisamente para llegar a todos que Dios elige a algunos de nosotros.
“La Biblia nos muestra que cuando Dios llama a una persona y hace un pacto con algunos, el criterio es siempre éste: elige a alguno para llegar muchos otros. Este es el criterio de Dios, de la llamada de Dios”, precisó el sucesor de Pedro.
Para el Papa, aquellos que han sido elegidos por Dios “han experimentado la belleza pero también la responsabilidad y el peso de ser ‘elegidos’ por Él, y también “han experimentado el desánimo ante las propias debilidades o la pérdida de sus seguridades“. No obstante, no se debe olvidar que ios, a través de los que elige, quiere llegar a todos.
El cristiano tiene que tener presente que siempre existe la tentación de considerar la llamada recibida como un privilegio. Frente a eso, Francisco fue muy claro: “Por favor no, la llamada no es un privilegio, nunca, no podemos decir que somos privilegiados en comparación con los demás, no, la llamada es para un servicio. Y Dios elige a uno para amar a todos, para llegar a todos”.
Asimismo, hay que tener cuidado con “identificar el cristianismo con una cultura, con una etnia, con un sistema“, advirtió el Obispo de Roma, porque perdería “su naturaleza verdaderamente católica, es decir universal para todos“. Y concluyó su catequesis pidiendoles a todos los presentes recordar siempre que “el Evangelio no es solo para mí, es para todos”.