En la catequesis de este miércoles, el Papa Francisco reflexionó sobre san José como padre en la ternura. Si bien los evangelios no dan detalles del modo en que José ejerció su paternidad, el Papa explicó que el hecho de haber sido un hombre “justo” tiene que haber influido en la educación que le dio a Jesús, quien, como dice el texto sagrado, creció “en sabiduría, en estatura y en gracia”.
“Como hizo el Señor con Israel, así él “le enseñó a caminar, y lo tomaba en sus brazos: era para él como el padre que alza a un niño hasta sus mejillas, y se inclina hacia él para darle de comer”. Es bonita esta definición de la Biblia que hace ver la relación de Dios con el pueblo de Israel. Y la misma relación pensamos que haya sido la de san José con Jesús”, sostuvo el Santo Padre.
Francisco recordó que Jesús usaba con frecuencia la palabra “padre” para hablar de Dios y lo hacía frecuentemente, por ejemplo, a través de parábolas. Y para ejemplificar este punto, abordó la parábola del Padre misericordioso, en que, afirmó, Jesús hace referencia a la paternidad de Dios que, sin detenerse en los errores de su hijo, lo acoge con ternura y con alegría, con una actitud desbordante y gratuita de amor y de perdón que supera toda lógica humana. En ese sentido, el Papa se preguntó si somos capaces de dejar a Dios que nos ame con esa misma ternura para que, llenos de su amor, seamos capaces de amar así a los demás.
“Podemos preguntarnos si nosotros mismos hemos experimentado esta ternura, y si nos hemos convertido en testigos de ella. De hecho, la ternura no es en primer lugar una cuestión emotiva o sentimental: es la experiencia de sentirse amados y acogidos precisamente en nuestra pobreza y en nuestra miseria, y por tanto transformados por el amor de Dios”, dijo.
Para el Papa, es muy claro que Dios no solo confía en nuestros talentos, sino también en nuestra debilidad redimida. “El Señor no nos quita todas las debilidades, sino que nos ayuda a caminar con las debilidades, tomándonos de la mano. Toma de la mano nuestras debilidades y se pone cerca de nosotros. Y esto es la ternura. La experiencia de la ternura consiste en ver el poder de Dios pasar precisamente a través de lo que nos hace más frágiles”, manifestó.
El Pontífice sostuvo que la ternura es el mejor modo de tocar lo que es frágil en cada uno de nosotros. “Mirad cómo las enfermeras, los enfermeros tocan las heridas de los enfermos: con ternura, para no herirles más. Y así el Señor toca nuestras heridas, con la misma ternura”, precisó.
Por eso, para el Papa, es fundamental encontrarse con la Misericordia de Dios, sobre todo en el sacramento de la Reconciliación, en la oración personal con Dios, teniendo una experiencia a la luz de la verdad y la ternura. “El Señor nos dice la verdad y nos tiende la mano para salvarnos. Sabemos, sin embargo, que la Verdad que viene de Dios no nos condena, sino que nos acoge, nos abraza, nos sostiene, nos perdona» Dios perdona siempre: metéoslo, esto, en la cabeza y en el corazón. Dios perdona siempre. Somos nosotros que nos cansamos de pedir perdón. Pero Él perdona siempre, también las cosas más malas”, señaló.
Entonces – prosiguió Francisco – debemos mirarnos en la paternidad de José, que es un reflejo de la paternidad de Dios, “y preguntarnos si permitimos al Señor que nos ame con su ternura, transformando a cada uno de nosotros en hombres y mujeres capaces de amar así”.
Mirando nuestra sociedad, el Santo Padre habló de la necesidad de una “revolución de la ternura”, para evitar el riesgo, por ejemplo, de permanecer presos en una justicia que no permite levantarnos fácilmente y que confunde la redención con el castigo.
“Por esto, hoy quiero recordar de forma particular a nuestros hermanos y a nuestras hermanas que están en la cárcel. Es justo que quien se ha equivocado pague por su error, pero es igualmente justo que quien se ha equivocado pueda redimirse del propio error. No puede haber condenas sin ventanas de esperanza. Cualquier condena siempre tiene una ventana de esperanza. Pensemos en nuestros hermanos y nuestras hermanas encarcelados, y pensemos en la ternura de Dios por ellos y recemos por ellos, para que encuentren en esa ventana de esperanza una salida hacia una vida mejor”, precisó.
Al cerrar su intervención, el Papa invitó a los fieles presentes de habla española a “acercarse a una actitud de Reconciliación para experimentar la misericordia y la ternura de Dios, que nos ayuda a superar nuestras caídas, a levantarnos y a aprender a amar según la medida de su Corazón paternal”.