“Con el diablo, queridos hermanos y hermanas, no se discute” fue el consejo que el Papa Francisco nos dejó al dar comienzo a un nuevo ciclo de catequesis, el que estará dedicado al tema de los vicios y las virtudes. La frase la pronunció en la Audiencia General de este miércoles, ante una multitud de peregrinos reunida en el Aula Pablo VI, quienes escucharon su intervención basada en la lectura de Mc 7, 14-15.21.
Como punto de partida, el Santo Padre citó el libro del Génesis donde se presenta, de diversa manera, la dinámica del mal y de la tentación. En el relato de Adán y Eva, por ejemplo, vemos cómo Dios quiere preservar a la humanidad de la presunción de omnipotencia, de querer ser como dioses. En cambio, ellos sucumben a la tentación, no reconocen sus propios límites, la soberbia entra en sus corazones y rompen la armonía con Dios, recibiendo el mal como castigo.
“Dios ofreció realmente al hombre y a la mujer todos los frutos del jardín, excepto los de un árbol concreto: el árbol de la ciencia del bien y del mal. Esta prohibición no pretende prohibir al hombre el uso de la razón, como a veces se malinterpreta, sino que es una medida de sabiduría. Como si dijera: reconoce el límite, no te sientas dueño de todo, porque el orgullo es el principio de todos los males. Y así la historia, nos dice que, Dios coloca a los progenitores como señores y guardianes de la creación, pero quiere preservarlos de la presunción de omnipotencia, de hacerse dueños del bien y del mal, que es una tentación. Una mala tentación aún ahora. Este es el escollo más peligroso para el corazón humano”, explicó el Pontífice.
De acuerdo al Obispo de Roma, la Biblia nos enseña que no hay que detenerse a dialogar con el diablo y remarcó que “con el diablo nunca se dialoga, nunca”. El demonio actúa muchas veces bajo apariencia de bien y, por eso mismo, en nuestra vida cristiana es fundamental discernir si los pensamientos y deseos provienen de Dios o, por el contrario, del adversario.
“Estén atentos: el diablo es un seductor. Nunca dialogar con él, porque él es más astuto que todos nosotros y nos la hará pagar. Cuando llegue la tentación, nunca dialogues. Cerrar la puerta, cerrar la ventana, cerrar el corazón. Y así, nos defendemos contra esta seducción, porque el diablo es inteligente. Intentó tentar Jesús con citas bíblicas, presentándose como gran teólogo. Estén atentos. Con el diablo no debemos conversar, y con la tentación no debemos dialogar. La tentación llega: cerremos la puerta, guardemos el corazón”, enfatizó.
La recomendación de Francisco fue que cada uno debe ser el guardián de su propio corazón, amparándose en la fe y las enseñanzas de Cristo. “Debemos pedir esta gracia de aprender a guardar el corazón. Es una sabiduría saber custodiar el corazón. Que el Señor nos ayude en esta tarea. Quien guarda su corazón, guarda un tesoro. Hermanos y hermanas, aprendamos a custodiar el corazón”, concluyó el Papa, cerrando su catequesis.