La Cuaresma como camino de esperanza, ha sido el tema de la catequesis del Papa Francisco durante la audiencia general de Miércoles de Ceniza, celebrada en la Plaza de San Pedro.
El Santo Padre explicó que la Iglesia instituyó la Cuaresma como un tiempo de preparación para Pascua, y, por lo tanto, el sentido de estos cuarenta días está iluminado por el misterio pascual al que se orienta. “Podemos imaginar -dijo- al Señor resucitado, que nos llama a salir de nuestras tinieblas, y nosotros nos encaminamos hacia él, que es la Luz. Y la Cuaresma es un camino hacia Jesús resucitado, es un tiempo de penitencia, incluso de mortificación, pero no es un fin en sí misma: el fin es hacernos resurgir con Cristo, para renovar nuestra identidad bautismal, es decir renacer de nuevo ‘desde arriba’, desde el amor de Dios. Por eso la Cuaresma es, por su naturaleza, un tiempo de esperanza”.
De acuerdo al Papa, la Pascua de Jesús es su éxodo, el camino que nos ha abierto para alcanzar la vida plena, eterna y bienaventurada. “Para abrir este camino, este pasaje, Jesús tuvo que despojarse de su gloria, humillarse, hacerse obediente hasta la muerte y la muerte de cruz. Abrirnos el camino a la vida eterna le costó toda su sangre, y gracias a él, nos hemos salvado de la esclavitud del pecado. Pero esto no quiere decir –subrayó el Pontífice- que él hizo todo y nosotros no tenemos que hacer nada, que él pasó a través de la cruz, y que nosotros ‘vamos al cielo en carroza’. No es así. Nuestra salvación es, sin duda, don suyo pero porque es una historia de amor, hace falta nuestro ‘sí’ y nuestra participación en su amor como nos enseña nuestra Madre María, y después de ella todos los santos”.
En este sentido, como se lee en el Misal Romano, la Cuaresma es signo sacramental de nuestra conversión, el que recorre el camino de la Cuaresma está siempre en el camino de la conversión. “La Cuaresma –reiteró Francisco- es signo sacramental de nuestro camino desde la esclavitud hacia la libertad, que siempre hay que renovar. Ciertamente un camino que requiere esfuerzo, como debe ser, porque el amor requiere esfuerzo pero un camino lleno de esperanza. Yo diría todavía más: El éxodo cuaresmal es el camino en que se forma la esperanza. El esfuerzo de cruzar el desierto – todas las pruebas, tentaciones, ilusiones, espejismos … – todo esto sirve para forjar una esperanza fuerte, firme, siguiendo el modelo de la Virgen María, que en medio de las tinieblas de la pasión y de la muerte de su Hijo, sigue creyendo y esperando en su resurrección, en la victoria del amor de Dios”.