El sábado 12 de octubre de 2024, Juan Eduardo Montalván Barraza, seminarista que cursa último año de formación en el Seminario –etapa “Configurativa”-; y Sergio Fierro Torres, de la parroquia “San Isidro” de La Serena; Patricio Barrera Díaz, de “Santísima Trinidad” de Coquimbo y Dante Vergara Flores camino al diaconado permanente, acompañados de sus familias, integrantes de los cursos de la Escuela “San Lorenzo” para el Diaconado Permanente, en ambiente de gran alegría y gratitud fueron instituidos acólitos.
En su homilía, el arzobispo resaltó el contexto en que reciben el ministerio, esto es, octubre “Mes de la Familia y las Personas Mayores”. Se detuvo especialmente en el lema escogido este año para esta instancia pastoral significativa: “Familia, donde vivimos la esperanza, el amor y la oración”, resaltando la importancia de la familia para afrontar los desafíos expuestos en el lema, como también en relación al cultivo de las vocaciones. Prosiguió con los textos bíblicos previstos para la celebración del domingo 28 del Tiempo Ordinario, particularmente el Evangelio de Marcos 10, 17-27, conocido como El joven rico. Resaltó algunas consecuencias que emanan del evangelio para la comunidad cristiana, especialmente para los instituidos acólitos.
Luego de la celebración, Juan Eduardo compartió su alegría: “Recibir el ministerio del acolitado ha sido una gran alegría en mi camino vocacional. A través de la formación y la pastoral, he visto cómo el Señor se manifiesta en mi vida y en las personas. Este ministerio me permitirá servir mejor a las comunidades y a la Iglesia. Viví este momento con mucha paz y gratitud a Dios y la Virgen María, acompañado de mi familia. A los jóvenes, les diría que respondan con un “sí” generoso al llamado de Jesús y se dejen enamorar por Él”.
Los aspirantes al diaconado permanente, compartieron un profundo sentido de gratitud y compromiso en su camino vocacional. Dante Vergara expresó que: “cada paso hacia el diaconado es una oportunidad para servir con humildad al Señor y a su Iglesia”. Patricio Barrera, resaltó que “es un paso importante como todos, pero siempre con la humildad de entregarse en cuerpo y alma en la misión, como Cristo también lo hizo por nosotros”. Mientras que Sergio Fierro, señaló que “es un llamado que llena de esperanza, sabiendo que estamos respondiendo al servicio de Dios y de nuestra comunidad”.
Gran esperanza ha puesto la Iglesia en La Serena en estos hermanos, dispuesto a servir al Señor en la vocación sacerdotal de Juan Eduardo y diaconal de los hermanos llamados al diaconado permanente. El aplauso generoso de los participantes en la Eucaristía, indica también el compromiso de la comunidad de proseguir orando por las vocaciones.