Apreciados amigos y amigas, vivimos en una Latinoamérica bastante convulsionada. Crisis políticas y económicas, sequías en varios lugares de nuestra región, robustecimiento del crimen organizado… parece todo muy desolador. Pero como cristianos católicos podemos hacer mucho para revertir esta situación. Por eso, estamos llamados a robustecer nuestra ética y espiritualidad. Confiados en que la cercanía de Dios y su cordialidad con nuestro pueblo, permitirá que las cosas mejoren.
Pero hagamos algo más, intentemos repensar nuestras vidas. Viendo qué cosas negativas podemos mejorar. Asimismo, analizar, qué cosas buenas podemos hacer aún mejor. Miren, si la experiencia me ha enseñado algo en estos años es que en todos los países hay problemas, en todas las ciudades hay dificultades, en todas nuestras vidas hay algunos aspectos conflictivos; y, por tanto, una de las mejores soluciones es buscar la conversión. No para arreglar ahora todo, pero sí una pequeña parte y eso ya es suficiente. Como decían los medievales: el que necesita alimento, ordeña la vaca; el que necesita abrigo, esquila la lana y el que necesita crecer en la vida espiritual, busca convertirse.
La conversión es una forma de reinventarse de acuerdo con el querer de Dios, y dentro de poco, el miércoles 22 de febrero comienza la cuaresma. En este tiempo litúrgico debería darse una pequeña o gran renovación de nuestras vidas. Porque es un tiempo para entrenarse espiritualmente. Conversión que nos lleva, a pesar de nuestras debilidades, a no transigir con el mal, a retomar nuestras convicciones, a descubrir en qué áreas de nuestra vida nos cuesta que ingrese el Evangelio. Recordemos que todo cambio es a costa de algo y solo el que ama es capaz de modificar aspectos de su vida, para hacer más plena la propia vida y la de los demás. Los invito a trabajar para mejorarnos, para luego, con mayor coherencia, y así transformar nuestra sociedad.
Cuaresma es siempre un tiempo para avanzar en la vocación cristiana y en el servicio del pobre. La teología latinoamericana es fecunda; y, por tanto, es necesario manifestar que la fidelidad al proyecto de Jesús pasa por la evangelización y la promoción del pobre. Asimismo, en cuaresma podemos elaborar nuestras experiencias vividas recientemente, durante esta pandemia donde tanta gente padeció enfermedad, pobreza y aislamiento. Ya que toda persona atenta y reflexiva aprende de sus propias experiencias. Cuaresma nos invita especialmente a confrontar las lecturas bíblicas con la propia vida. El Evangelio debe generar en mi preguntas que me ayuden a conocerme y mejorar. Esto siempre confiando y contando con la amistad de Jesús.
Debemos apreciar este tiempo litúrgico que es fundamental para transformarnos y progresar en nuestra vida cristiana. No es “otra cuaresma más”. Bien vivida, cada una es única e irrepetible. Ya que ella es un remedio eficaz para levantarnos y progresar. Si Dios pudo obrar a través de la burra de Balaam (Núm. 22,28), también puede obrar a través nuestro… si confiamos en su amor y en su gracia. Queridos amigos y amigas, nos encontramos en la próxima reflexión.
Andrés R. M. Motto, CM
andresmotto@gmail.com
4 Comments
Felicidades…una manera muy clara y simple de llamar al ser humano al servicio y meditar desde su interior y renovarse…. gracias Andrés eres un excelente escritor y pensador enseñas de corazón 🙂
Muchas gracias Dailis! Tus mensajes me ayudan a seguir escribiendo como una forma de servicio.
Gracias Dailis. Tu comentario me ayuda a seguir escribiendo como una forma de servicio.
Hola Padre, soy Cynthia estoy trando de comunicarme con Ud.