Mis queridos lectores, me preguntaba cómo podíamos crecer en la fe en nuestra Latinoamérica amada en este año 2023. Para ello, recordemos que Goethe señaló que toda la historia es una lucha entre la fe y el no creer. Miremos un poco la historia reciente para preguntarnos como esta “combate”. Durante las décadas de 1950 a 1970 tuvo bastante fuerza la postura de la muerte de Dios. Con ella se quería significar que la fe en Dios ya no determinaba la vida y la historia de los pueblos. Además, los enunciados de la fe no ayudaban a resolver los problemas de la persona moderna.
Sin negar que el ateísmo y el secularismo siguen siendo problemas graves, a partir de la década de 1980 hasta nuestros días se da una significativa vuelta de las personas a la fe religiosa. Aunque con un gran desorden motivado por la gran “oferta” de opciones religiosas. Y con otra característica, intensificada a partir del 2000, la vuelta es sobre todo a Dios, relativizando mucho las mediaciones religiosas. Esto se da más o menos en todas las Iglesias cristianas y en la religión que sea. Salvo en los sectores que opta por el fanatismo, en muchos casos conjugados con la violencia (como acontece con algunos sectores del Islam que promueven el terrorismo religioso). Aunque para ser sinceros, conjuntos fanáticos se dan en todos los grupos religiosos, aunque no metan bombas.
Latinoamérica sigue siendo un sector bastante religioso, aunque con matices. El sur es un poco más laicizado y más hacia el norte se lo ve más sacral. Sin duda, no todo es homogéneo.
Podríamos preguntarnos también cómo está la situación de la fe dentro de la Iglesia Cristiana Católica. Después del Concilio Vaticano II se dio un gran pluralismo de opiniones teológicas, lo cual es una riqueza. A partir de esos años, Latinoamérica se convierte en una región con una enorme producción teológica. Esta diversidad a veces llevó a una fuerte polarización de actitudes. Dándose en ciertas diócesis y congregaciones, verdaderas “grietas”. Ciertamente que a lo largo de la historia de la Iglesia han proliferado numerosas escuelas teológicas y muchas corrientes de espiritualidad. Esta diversidad es válida aunque pueda crear tensiones. Simplificando un poco las cosas, se puede decir que bajo los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI hubo un cierto triunfo de los sectores conservadores. Al menos, en el gobierno de la Iglesia. Con el papa Francisco hay más libertad de pensamiento, escuchándose voces que por mucho tiempo fueron calladas. Y sin duda postula una postura más progresista. Aunque las personas que llevan el protagonismo tanto del conservadurismo como del progresismo no sean siempre las más brillantes.
¿Qué hacer? En estos momentos creo que debemos evitar falsas salidas. No se puede vivir en la permanente queja y en la acusación dentro de los que tenemos la misma fe. Además, en muchos casos, atacar todo lo que sea un poco distinto, ─me parece─, es signo de estrechez mental. Crecer en la fe, muchas veces implica “desaprender” y tener la capacidad de abrirme a la novedad. Tampoco es constructivo dejar nuestra fe o cambiarla por otro culto por algún conflicto tenido con una persona o por el mal ejemplo que un bautizado nos dio. Recordemos que nuestra fe se basa en Jesús, él es el único pastor.
En Latinoamérica es frecuente constatar cómo se abandona la fe cristiana católica por la insistencia de alguna secta evangélica sumada a la poca formación de nuestros bautizados. Donde terminamos malvendiendo nuestra rica herencia cristiana ante un simple plato de “lentejas”. Con esta frase parafraseamos la actitud de Esaú que dejó su primogenitura por un “guiso rojizo”. Frase típica que se utiliza para referirse a una persona que hace una elección desacertada.
Para terminar, me viene esta frase de la Escritura Santa: “También nosotros creemos y por eso hablamos” (2 Cor 4,13). Es decir, desde la Biblia y la historia, desde los debates y las certezas, intentemos vivir una fe adulta y plena. Esta sigue siendo una maravillosa aventura. Si les parece, el mes que viene seguiremos con el tema.
Andrés Motto, CM