A los pobres los tendrán siempre con ustedes. Esa sencilla frase es el eje central del Mensaje que el Papa Francisco dedicó a la V Jornada Mundial de los Pobres, que se celebrará el domingo 14 de noviembre de 2021. Pocos días antes de su Pasión, los discípulos de Jesús se escandalizan porque una mujer había malgastado una gran suma de dinero al derramar el perfume de un vaso de alabastro sobre la cabeza del Señor. Y frente a ese hecho, el Hijo de Dios, no sólo pide reconocer en Él a la persona que representa a todos los pobres, sino que también se identifica como el más pobre entre los pobres. «El rostro de Dios que Él revela es el de un Padre para los pobres y cercano a los pobres».
Para el Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, monseñor Rino Fisichella, el Santo Padre propone esa frase para “provocar a los los creyentes a mantener la mirada fija en Jesús para descubrir que en él y en sus palabras se encuentra no sólo el verdadero sentido de la pobreza, sino sobre todo la capacidad de reconocer a los pobres. Es una visión fuertemente cristológica la que se condensa en este Mensaje que, como siempre, analiza algunos temas de actualidad, para que toda la Iglesia se prepare a vivir el acontecimiento de la Jornada Mundial con la conciencia de quien sabe que aquí se recoge uno de los contenidos centrales del Evangelio”.
Además, monseñor Fisichella manifestó que el Papa vuele a fijar su la mirada en las consecuencias de la pandemia sobre los pobres. “El Mensaje vuelve a referirse a la pandemia que «sigue tocando a las puertas de millones de personas y, cuando no trae consigo el sufrimiento y la muerte, es, sin embargo, portadora de pobreza» (n. 5). El Santo Padre es muy consciente de las consecuencias que están ante los ojos de todos cada día, hasta el punto de que «las personas más vulnerables se ven privadas de los bienes de primera necesidad. Las largas filas frente a los comedores para los pobres son el signo tangible de este deterioro»”, manifestó.
NO SOLO LIMOSNA, SINO JUSTICIA
En su Mensaje, el Papa hizo un fuerte llamado a los cristianos y a los gobiernos de todo el mundo para que intervengan con urgencia y de una manera nueva, porque los pobres, también a causa de la pandemia, han aumentado de manera desproporcionada. Es necesario cambiar los estilos de vida, porque es el egoísmo el que causa la pobreza. Por eso, Francisco señaló con fuerza: “quienes no reconocen a los pobres traicionan la enseñanza de Jesús y no pueden ser sus discípulos. Los pobres están “en el centro del camino de la Iglesia”.
El año pasado, además, – observó el Pontífice – se añadió otra plaga que produjo ulteriormente más pobres: la pandemia. Esta sigue tocando a las puertas de millones de personas y, cuando no trae consigo el sufrimiento y la muerte, es de todas maneras portadora de pobreza. “Algunos países, a causa de la pandemia, están sufriendo gravísimas consecuencias, de modo que las personas más vulnerables están privadas de los bienes de primera necesidad. Las largas filas frente a los comedores para los pobres son el signo tangible de este deterioro”, sostuvo. Por eso, para el Obispo de Roma, es necesario encontrar “las soluciones más adecuadas para combatir el virus a nivel mundial, sin apuntar a intereses partidistas”. En particular, “es urgente dar respuestas concretas a quienes padecen el desempleo, que golpea dramáticamente a muchos padres de familia, mujeres y jóvenes”. Se necesitan solidaridad y “proyectos de promoción humana a largo plazo”.
Lo que dice Jesús: A los pobres los tienen siempre con ustedes (Mc 14,7) –afirmó el Papa- “es una invitación a no perder nunca de vista la oportunidad que se ofrece de hacer el bien”, pero “no se trata de aliviar nuestra conciencia dando alguna limosna, sino más bien de contrastar la cultura de la indiferencia y la injusticia con la que tratamos a los pobres”. De hecho, “la limosna es ocasional, mientras que el compartir es duradero”. “La primera corre el riesgo de gratificar a quien la realiza y humillar a quien la recibe; el segundo refuerza la solidaridad y sienta las bases necesarias para alcanzar la justicia”, añadió.
Para los cristianos -insiste el Papa- existe un “vínculo inseparable” entre “Jesús, los pobres y el anuncio del Evangelio”. “El rostro de Dios que Él revela, de hecho, es el de un Padre para los pobres y cercano a los pobres. Toda la obra de Jesús afirma que la pobreza no es fruto de la fatalidad, sino un signo concreto de su presencia entre nosotros. No lo encontramos cuando y donde quisiéramos, sino que lo reconocemos en la vida de los pobres, en su sufrimiento e indigencia, en las condiciones a veces inhumanas en las que se ven obligados a vivir. No me canso de repetir que los pobres son verdaderos evangelizadores porque fueron los primeros en ser evangelizados y llamados a compartir la bienaventuranza del Señor y su Reino (cf. Mt 5,3). Los pobres de cualquier condición y de cualquier latitud nos evangelizan, porque nos permiten redescubrir de manera siempre nueva los rasgos más genuinos del rostro del Padre”.
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