Santos Pedro y Pablo, aps. (S). Rojo.
Gloria. Credo. Prefacio propio.Día del Papa. Colecta del Óbolo de san Pedro.
Llamados y enviados en misión
Pedro era generoso y apasionado, pero débil hasta negar a su Maestro. Pablo un fariseo aferrado a la Ley, perseguidor de los cristianos.
Con estos dones y defectos llegaron a ser las columnas principales desde donde Dios comenzó a construir su Iglesia. Pedro marcando el “pastoreo” de las comunidades y Pablo lanzándose a “evangelizar” más allá de las fronteras. El secreto es que se sintieron llamados por Dios y ungidos por el Espíritu Santo. Con fe y humildad, ambos respondieron hasta el martirio.
Si pensamos en Pedro, recordamos al Papa, como quien preside la unidad y comunión entre las iglesias (diócesis, parroquias y comunidades). Si recordamos a Pablo, pensamos en muchos que abrieron una historia renovada en la evangelización: Francisco, Ignacio Francisco Javier, Alberto, Alberione, etcétera, y muchos fundadores de institutos religiosos.
El evangelio nos recuerda el momento en que Jesús entrega a Pedro el poder de apacentar a su Pueblo… Pablo testimonia (segunda lectura) cómo se siente al final de su vida y después de haber cumplido cuanto el Señor le confió. La primera lectura nos relata las persecuciones y cárceles que sufrieron y cómo Dios los asistía.
Roguemos por todos los llamados para que tomen conciencia de sus dones y debilidades, y, asistidos por el Espíritu Santo, tengan el convencimiento de ayudar a crecer en la fe a muchos.
Dios nos bendiga con nuevos llamados y enviados en misión.
P. Martín Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: Celebramos a los apóstoles Pedro y Pablo, como máximas columnas de la Iglesia. Pedro elegido, por Jesús, como “piedra” de su Iglesia. Pablo para llevar la fe a todos los pueblos no judíos.
1ª LECTURA Hech 12, 1-11
Guía: Milagrosamente, Pedro fue liberado de la prisión mientras la comunidad estaba rezando para que pueda seguir anunciado el evangelio y animando a la comunidad de los creyentes.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
El rey Herodes hizo arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan, y al ver que esto agradaba a los judíos, también hizo arrestar a Pedro. Eran los días de “los panes ázimos”. Después de arrestarlo, lo hizo encarcelar, poniéndolo bajo la custodia de cuatro relevos de guardia, de cuatro soldados cada uno. Su intención era hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba bajo custodia en la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él. La noche anterior al día en que Herodes pensaba hacerlo comparecer, Pedro dormía entre los soldados, atado con dos cadenas, y los otros centinelas vigilaban la puerta de la prisión. De pronto, apareció el Ángel del Señor y una luz resplandeció en el calabozo. El Ángel sacudió a Pedro y lo hizo levantar, diciéndole: “¡Levántate rápido!”. Entonces las cadenas se le cayeron de las manos. El Ángel le dijo: “Tienes que ponerte el cinturón y las sandalias”, y Pedro lo hizo. Después le dijo: “Cúbrete con el manto y sígueme”. Pedro salió y lo seguía; no se daba cuenta de que era cierto lo que estaba sucediendo por intervención del Ángel, sino que creía tener una visión. Pasaron así el primero y el segundo puesto de guardia, y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron y anduvieron hasta el extremo de una calle, y en seguida el Ángel se alejó de él. Pedro, volviendo en sí, dijo: “Ahora sé que realmente el Señor envió a su Ángel y me libró de las manos de Herodes y de todo cuanto esperaba el pueblo judío”. Palabra de Dios.
SALMO Sal 33, 2-9
R. El Señor me libró de todos mis temores.
Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.
Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su nombre todos juntos. Busqué al Señor: Él me respondió y me libró de todos mis temores. R.
Miren hacia Él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al Señor: Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
El Ángel del Señor acampa en torno de sus fieles, y los libra. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! ¡Felices los que en Él se refugian! R.
2ª LECTURA 2Tim 4, 6-8. 17-18
Guía: Próximo a su martirio, Pablo anima a su discípulo Timoteo a permanecer firme en la fe, recontándole su propia experiencia de vida.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hijo: Ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación. El Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león. El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial. ¡A Él sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén. Palabra de Dios.
ALELUIA Mt 16, 18
Aleluia. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Aleluia.
EVANGELIO Mt 16, 13-19
Guía: Jesús entrega al apóstol Pedro las llaves del Reino de los Cielo, con la misión de preocuparse por los hermanos, siendo su representante.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas”. “Y ustedes –les preguntó–, ¿quién dicen que soy?”. Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Acompañamos espiritualmente a quienes presentan el pan y el vino, mientras colaboramos con nuestro aporte económico por las obras pontificias.
PREPARACIÓN PARA LA COMUNIÓN
Guía: La eucaristía alimenta nuestra fe que nos ayuda a permanecer fieles en las enseñanzas de Jesucristo. Con alegría, vayamos a recibir entonces el Pan de Vida.
DESPEDIDA
Guía: Con la alegría de haber celebrado la Eucaristía, nos retiramos con el compromiso de anunciar el evangelio con el espíritu apostólico de Pedro y Pablo.