6º de Pascua. Blanco.
Gloria. Credo. Prefacio de Pascua. San José Obrero. Día de los trabajadores.
Para empezar, todo termina
Durante la Última Cena, después de lavar los pies a los suyos, Jesús comienza un largo discurso de despedida con el fin de preparar a los Apóstoles para su partida.
“Me voy y volveré… Si me amaran, se alegrarían… Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando suceda, crean”. Ya no lo volverán a ver de la misma manera, sin embargo, creerán en él más que nunca porque volverá resucitado.
El amigo y maestro Jesús, con el cual el grupo había compartido largas y fatigosas jornadas de camino, alegrías, persecuciones, discusiones, amor, odios, milagros, oraciones, está por irse… Los suyos no aceptan esta posibilidad.
El Señor predispone a los Apóstoles a pasar del Cenáculo donde terminaron de celebrar la fiesta de Pascua al Cenáculo interior de sus corazones. Ya no se encontrarán más como antes, no lo deberán buscar en edificios ni por los caminos, sino en el santuario interior de cada uno.
Frente a la desaparición física del maestro, los Apóstoles caen en la angustia, y una tempestad agita sus almas. ¿Qué haremos sin él? Nos sucede lo mismo cuando la muerte se lleva un ser querido. Todo cambia en un instante. Nuestra vida corre el riesgo de perder sentido…
Los Apóstoles todavía tienen la ilusión de que Jesús instaurará el Reino de Dios en la Tierra, esperan y creen en esa intervención divina. Las palabras de Jesús hacen añicos sus ilusiones y también sus ambiciones.
Jesús no deja espacio para las dudas: me voy, todo termina… Pedro, en nombre del grupo, declara que eso no sucederá… Declara que están dispuestos a dar la vida por él.
El único que dará la vida es Jesús y la ofrece por todos nosotros. Al volver y estar también hoy con nosotros, nos llena del amor de Dios, de la esperanza y de la vida que no tiene fin. Todo lo terreno terminaba para comenzar lo que no tendrá fin.
“Me voy y volveré a ustedes” (Jn 14, 28).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: En este sexto Domingo de Pascua, la liturgia nos presenta a Jesús que pide a sus discípulos que se amen como él los ha amado, mientras les promete el Espíritu Santo que les recordará este y los demás mandamientos.
1ª LECTURA Hech 15, 1-2. 22-29
Guía: El relato del Concilio de Jerusalén –el primero en la historia de la Iglesia– nos muestra los problemas que las primeras comunidades debieron resolver, asistidos por el Espíritu Santo.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
Algunas personas venidas de Judea enseñaban a los hermanos que si no se hacían circuncidar según el rito establecido por Moisés, no podían salvarse. A raíz de esto, se produjo una agitación: Pablo y Bernabé discutieron vivamente con ellos, y por fin, se decidió que ambos, junto con algunos otros, subieran a Jerusalén para tratar esta cuestión con los Apóstoles y los presbíteros. Entonces los Apóstoles, los presbíteros y la Iglesia entera, decidieron elegir a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, hombres eminentes entre los hermanos, y les encomendaron llevar la siguiente carta: “Los Apóstoles y los presbíteros saludamos fraternalmente a los hermanos de origen pagano, que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia. Habiéndonos enterado de que algunos de los nuestros, sin mandato de nuestra parte, han sembrado entre ustedes la inquietud y provocado el desconcierto, hemos decidido de común acuerdo elegir a unos delegados y enviárselos junto con nuestros queridos Bernabé y Pablo, los cuales han consagrado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Por eso les enviamos a Judas y a Silas, quienes les transmitirán de viva voz este mismo mensaje. El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables, a saber: que se abstengan de la carne inmolada a los ídolos, de la sangre, de la carne de animales muertos sin desangrar y de las uniones ilegales. Harán bien en cumplir todo esto. Adiós”. Palabra de Dios.
SALMO Sal 66, 2-3. 5-6. 8
R. A Dios den gracias los pueblos, alaben los pueblos a Dios.
El Señor tenga piedad y nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros, para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones. R.
Que todos los pueblos te den gracias. Que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con justicia y guías a las naciones de la tierra. R.
¡Que los pueblos te den gracias, Señor, que todos los pueblos te den gracias! Que Dios nos bendiga, y lo teman todos los confines de la tierra. R.
2ª LECTURA Apoc 21, 10-14. 22-23
Guía: Con el símbolo de la luz, san Juan presenta a la Ciudad final del Reino de Dios, la cual no necesitará de santuarios construidos por manos humanas, porque Dios mismo es el Santuario que contiene a todos los redimidos.
Lectura del libro del Apocalipsis.
El Ángel me llevó en espíritu a una montaña de enorme altura, y me mostró la Ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios. La gloria de Dios estaba en ella y resplandecía como la más preciosa de las perlas, como una piedra de jaspe cristalino. Estaba rodeada por una muralla de gran altura que tenía doce puertas: sobre ellas había doce ángeles y estaban escritos los nombres de las doce tribus de Israel. Tres puertas miraban al este, otras tres al norte, tres al sur, y tres al oeste. La muralla de la Ciudad se asentaba sobre doce cimientos, y cada uno de ellos tenía el nombre de uno de los doce Apóstoles del Cordero. No vi ningún templo en la Ciudad, porque su Templo es el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. Y la Ciudad no necesita la luz del sol ni de la luna, ya que la gloria de Dios la ilumina, y su lámpara es el Cordero. Palabra de Dios.
ALELUIA Jn 14, 23
Aleluia. “El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará e iremos a él”, dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Jn 14, 23-29
Guía: San Juan nos hace comprender que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo viven en quienes aman a Jesús y cumplen su Palabra.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: “El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho. Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: ‘Me voy y volveré a ustedes’. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que Yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean”. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Con el pan y el vino, presentamos al Señor el testimonio, la misión y aceptación alegre de nuestras cruces.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: “Si me aman …–dice el Señor– cumplan mis mandamientos” (Jn 14, 15). Nos acercamos a comulgar para recibir a quien nos amó primero, y desde él queremos aprender a amar a nuestros semejantes.
DESPEDIDA
El auténtico cristiano sabe dar razón de su esperanza, por la fuerza de su fe en Dios, y al amor que le infunde el Espíritu Santo. Vayamos a anunciar la Buena Nueva que hemos recibido en esta celebración.