2º de Pascua o de la Divina Misericordia. Blanco.
Gloria. Credo. Prefacio de Pascua. Se celebra Cuasimodo.
Jesús nos reservó una gran alegría
Después de la crucifixión, los discípulos viven aterrorizados y se encierran en el Cenáculo. Sabemos que no era el domicilio de ninguno de ellos, un lugar desconocido para los enemigos de Jesús.
Las mujeres les llevan las noticias de la resurrección. Pedro y Juan van al sepulcro de madrugada y vuelven con la noticia de la resurrección, pero no comprenden bien qué significaba.
El Señor se aparece en el Cenáculo a puertas cerradas mostrando que para él ya no hay límites. Los saludó con palabras mesiánicas: “La paz esté con ustedes”, que para un hebreo significaba desear la bendición de la salvación del redentor de Israel.
Después muestra los signos de su pasión para que no duden que era verdaderamente él. A nadie más que a él habían torturado de esa manera. Así demuestra que es el Señor de la vida y de la muerte.
Después los consagra como anunciadores y administradores de la paz que él les trasmitía comunicándoles el Espíritu Santo. Sopla sobre ellos, como en el Génesis, creándolos como hombres nuevos. También el profeta Ezequiel había anunciado que el Espíritu daría vida a lo que estaba muerto.
Les da el poder de perdonar los pecados, algo que solo Dios puede hacer. Perdonar no es olvidar sino liberar al que está preso y agobiado por una culpa.
Tomás, que no estaba presente, duda… Lo que escucha le parece más un sueño o un delirio fruto del miedo.
Ocho días después, de la misma manera, el Señor se presenta. Tomás confiesa su fe porque ha visto, como los otros discípulos. El Señor profetiza diciendo que nosotros seríamos los que encontraríamos la liberación de los pecados y la paz si creemos sin haber visto con los ojos del cuerpo al Resucitado.
Hoy se realiza esta profecía del Señor en cada uno de nosotros.
“¡Felices los que creen sin haber visto!” (Jn 20, 29).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: En la liturgia de este segundo domingo de Pascua, el Resucitado se hace presente en nuestra eucaristía dominical, máxima expresión de toda comunidad cristiana. Como “cuasimodistas” luego saldremos a llevarla a los enfermos y necesitados.
1ª LECTURA Hech 5, 12-16
Guía: San Lucas relata los primeros prodigios de las comunidades cristianas… y sobre cómo crecían en número y estima por parte de todos.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en el pueblo. Todos solían congregarse unidos en un mismo espíritu, bajo el pórtico de Salomón, pero ningún otro se atrevía a unirse al grupo de los Apóstoles, aunque el pueblo hablaba muy bien de ellos. Aumentaba cada vez más el número de los que creían en el Señor, tanto hombres como mujeres. Y hasta sacaban a los enfermos a las calles, poniéndolos en catres y camillas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cubriera a alguno de ellos. La multitud acudía también de las ciudades vecinas a Jerusalén, trayendo enfermos o poseídos por espíritus impuros, y todos quedaban sanados. Palabra de Dios.
SALMO Sal 117, 2-4. 22-27
R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!
Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! Que lo diga la familia de Aarón: ¡es eterno su amor! Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor! R.
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él. R.
Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor: el Señor es Dios, y Él nos ilumina. R.
2ª LECTURA Apoc 1, 9-13. 17-19
Guía: La revelación recibida por Juan, reafirma su fe en Jesús, describiendo además, cuanto está pasando y sucederá en el futuro.
Lectura del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, hermano de ustedes, con quienes comparto las tribulaciones, el Reino y la espera perseverante en Jesús, estaba en la isla de Patmos, a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús. El Día del Señor fui arrebatado por el Espíritu y oí detrás de mí una voz fuerte como una trompeta, que decía: “Escribe en un libro lo que ahora vas a ver, y mándalo a las siete iglesias que están en Asia”. Me di vuelta para ver de quién era esa voz que me hablaba, y vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos, a alguien semejante a un Hijo de hombre, revestido de una larga túnica que estaba ceñida a su pecho con una faja de oro. Al ver esto, caí a sus pies, como muerto, pero él, tocándome con su mano derecha, me dijo: “No temas: Yo soy el Primero y el Último, el Viviente. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo la llave de la Muerte y del Abismo. Escribe lo que has visto, lo que sucede ahora y lo que sucederá en el futuro”. Palabra de Dios.
ALELUIA Jn 20, 29
Aleluia. “Ahora crees, Tomás, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”, dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Jn 20, 19-31
Guía: Al aparecerse a los discípulos encerrados en el Cenáculo, por miedo a sus perseguidores, Jesús se muestra resucitado, confirmándolos en su fe y dándoles el ánimo para salir de sí mismos.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes”. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”. Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. Él les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”. Tomás respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”. Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Sobre el altar, ponemos a todos los “cuasimodistas” y a cuantos visitarán, en este día, como manifestación de su amor y entrega a Jesucristo en sus semejantes.
PREPARACIÓN PARA LA COMUNIÓN
Guía: La unión con Cristo, en la Eucaristía, despierta nuestro compromiso de vivir una fe viva que nos abra a entregarlo a nuestros familiares y vecinos.
DESPEDIDA
Guía: No somos individuos aislados… Somos miembros de la comunidad que iniciara Jesús junto a sus discípulos. Vayamos entonces a anunciar la alegría experimentada en esta Eucaristía a cuantos, por enfermedad o edad avanzada, no han podido participar de nuestra celebración.