5º durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año.
El coraje de Pedro y sus compañeros
Jesús se revela con las palabras y un milagro. Pedro y sus compañeros primero lo escuchan, colaboran prestándole una barca que usará como púlpito y, finalmente, quedan fulgurados por el Señor.
Frente al prodigio, Pedro se confiesa hombre pecador. Ante la verdad de Dios reluce la verdad de la condición humana. Nunca hay revelación de Dios sin reconocer en la propia conciencia nuestra condición. En la infinita bondad de Dios, Pedro y sus compañeros son llamados después de manifestar su pobre condición espiritual.
La eficacia de la pesca no es fruto de sus habilidades. Ningún pescador sale al mar sin una previsible seguridad de traer algo bueno. Es lo que necesita para subsistir. Saben calcular las mareas, los vientos, las mejores horas. Sin embargo, no pescan nada al poner todo su empeño y confiesan al Señor su incapacidad: “Trabajamos toda la noche y no hemos sacado nada”.
Escuchan la propuesta de Jesús, inaudita, dada como una orden: “Navega mar adentro, y echen las redes”. Las redes casi se rompen por la pesca tan abundante.
Entienden la vanidad de los esfuerzos humanos frente a la omnipotencia de Dios. Así es el Reino de Dios: se construye en la obediencia a su palabra y no es el fruto de nuestras estrategias, proyectos y programas.
Pedro pasa de maravillarse a sentirse mal delante de la santidad del Señor. Le pide que se aleje porque él es un pecador. La respuesta es la invitación a irse juntos. Así los veremos por los caminos de Palestina.
La fe no tiene otro apoyo que la palabra de Dios. Para ir a pescar hombres como los Apóstoles, el Señor exige nuestra total disponibilidad.
No es fácil fiarnos de Jesús como Pedro… Para eso nos hace falta el coraje de Pedro y sus compañeros.
“No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres” (Lc 5, 10).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: En el evangelio de hoy veremos que Pedro y los demás Apóstoles, expertos en la pesca, esta vez no pescaron por sus muchas habilidades. La pesca milagrosa se dio por la presencia de Jesús entre ellos y obedeciendo a sus indicaciones. Todo un símbolo de lo que significa aún hoy la misión de la Iglesia, en este mundo.
1ª LECTURA Is 6, 1-8
Guía: Ante el llamado de Dios, Isaías siente su pequeñez y limitaciones. Sin embargo, Dios confía en él, lo purifica y le confía la misión de ser profeta.
Lectura del libro de Isaías.
El año de la muerte del rey Ozías, yo vi al Señor sentado en un trono elevado y excelso, y las orlas de su manto llenaban el Templo. Unos serafines estaban de pie por encima de Él. Cada uno tenía seis alas. Y uno gritaba hacia el otro: «¡Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos! Toda la tierra está llena de su gloria». Los fundamentos de los umbrales temblaron al clamor de su voz, y la Casa se llenó de humo. Yo dije: «¡Ay de mí, estoy perdido! Porque soy un hombre de labios impuros, y habito en medio de un pueblo de labios impuros; ¡y mis ojos han visto al Rey, el Señor de los ejércitos!» Uno de los serafines voló hacia mí, llevando en su mano una brasa que había tomado con unas tenazas de encima del altar. Él le hizo tocar mi boca, y dijo: «Mira: esto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido borrada y tu pecado ha sido expiado». Yo oí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?» Yo respondí: «¡Aquí estoy: envíame!» Palabra de Dios.
SALMO Sal 137, 1-5. 7-8
R. Te cantaré, Señor, en presencia de los ángeles.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón, porque has oído las palabras de mi boca. Te cantaré en presencia de los ángeles y me postraré ante tu santo Templo. R.
Daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad. Me respondiste cada vez que te invoqué y aumentaste la fuerza de mi alma. R.
Que los reyes de la tierra te bendigan al oír las palabras de tu boca, y canten los designios del Señor, porque la gloria del Señor es grande. R.
Tu derecha me salva. El Señor lo hará todo por mí. Tu amor es eterno, Señor, ¡no abandones la obra de tus manos! R.
2ª LECTURA 1Cor 15, 1-11
Guía: San Pablo proclama el primer anuncio cristiano. Cristo murió y resucitó para que seamos liberados del pecado y la muerte.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos, les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles. Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano. Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Cefas y después a los Doce. Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han muerto. Además, se apareció a Santiago y a todos los Apóstoles. Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto. Porque yo soy el último de los Apóstoles, y ni siquiera merezco ser llamado Apóstol, ya que he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no fue estéril en mí, sino que yo he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. En resumen, tanto ellos como yo, predicamos lo mismo, y esto es lo que ustedes han creído. Palabra de Dios.
ALELUIA Mt 4, 19
Aleluia. «Síganme, y Yo los haré pescadores de hombres», dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Lc 5, 1-11
Guía: En la pesca milagrosa se revela el poder salvador de Jesús. Ante ello, Pedro y sus compañeros se sienten pecadores, pero Jesús confía en ellos y los envía a proclamar a todos la salvación de Dios.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y Él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar adentro, y echen las redes». Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si Tú lo dices, echaré las redes». Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador. El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres». Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Desde nuestra situación de pecadores, presentamos el pan y el vino para que luego ayuden a fortalecer nuestras debilidades.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: Con fe, nos acercamos a recibir el Cuerpo y la Sangre del Señor que nos asegura el alimento necesario para vivir y testimoniar nuestra fe a muchos.
DESPEDIDA
Guía: Jesús vino a rescatarnos de la situación de pecado en la que nos encontrábamos y, con su misericordia, nos devuelve el estímulo para que como los Apóstoles salgamos anunciar sus maravillas.