Santos Ángeles Custodios (MO). Blanco.
Leccionario Santoral: Éx 23, 20-23; Sal 90, 1-6. 10-11; Mt 18, 1-5. 10.
Reseña
Por las Sagradas Escrituras y las enseñanzas de la Iglesia, se sabe que los Ángeles son criaturas espirituales con inteligencia y voluntad, personales e inmortales. Desde el año 1608, la Iglesia celebra la santidad de los que permanecieron fieles en el servicio a su Creador guiando a los hombres. Como por ejemplo: proteger a Lot, detener la mano de Abraham, asistir a los profetas, al Pueblo elegido y al mismo Jesús. Ésta es una oración muy conocida para invocarlos: “Ángel de Dios, que eres mi custodio, pues la bondad divina me ha encomendado a ti, ilumíname, guárdame, defiéndeme y gobiérname. Amén”.
LECTURA Bar 1, 15-22
Lectura del libro de Baruc.
Al Señor, nuestro Dios, pertenece la justicia; a nosotros, en cambio, la vergüenza reflejada en el rostro, como sucede en el día de hoy: vergüenza para los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén, para nuestros reyes y nuestros jefes, para nuestros sacerdotes, nuestros profetas y nuestros padres. Porque hemos pecado contra el Señor, le hemos sido infieles y no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, que nos mandaba seguir los preceptos que Él puso delante de nosotros. Desde el día en que el Señor hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, hasta el día de hoy, hemos sido infieles al Señor, nuestro Dios, y no nos hemos preocupado por escuchar su voz. Por eso han caído sobre nosotros tantas calamidades, así como también la maldición que el Señor profirió por medio de Moisés, su servidor, el día en que hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, para darnos una tierra que mana leche y miel. Esto es lo que nos sucede en el día de hoy. Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, conforme a todas las palabras de los profetas que Él nos envió. Cada uno se dejó llevar por los caprichos de su corazón perverso, sirviendo a otros dioses y haciendo el mal a los ojos del Señor, nuestro Dios. Palabra de Dios.
Comentario: Con humildad, el profeta busca encontrar las raíces de los males por los que está pasando el pueblo; y el principal es constatar que han desobedecido al Señor. Encontramos aquí una invitación para no justificarnos fácilmente reconociendo, más bien, nuestras culpas y confiando en la infinita misericordia divina.
SALMO Sal 78, 1-5. 8-9
R. ¡Líbranos, Señor, por el honor de tu Nombre!
Señor, los paganos invadieron tu herencia, profanaron tu santo Templo, hicieron de Jerusalén un montón de ruinas; dieron los cadáveres de tus servidores como pasto a las aves del cielo, y la carne de tus amigos, a las fieras de la tierra. R.
Derramaron su sangre como agua alrededor de Jerusalén, y nadie les daba sepultura. Fuimos el escarnio de nuestros vecinos, la irrisión y la burla de los que nos rodean. ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Estarás enojado para siempre? ¿Arderán tus celos como un fuego? R.
No recuerdes para nuestro mal las culpas de otros tiempos; compadécete pronto de nosotros, porque estamos totalmente abatidos. Ayúdanos, Dios salvador nuestro, por el honor de tu Nombre; líbranos y perdona nuestros pecados, a causa de tu Nombre. R.
ALELUIA Cfr. Sal 94, 8. 7
Aleluia. No endurezcan su corazón, sino escuchen la voz del Señor. Aleluia.
EVANGELIO Lc 10, 13-16
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo: ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. El que los escucha a ustedes me escucha a mí: el que los rechaza a ustedes me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a Aquél que me envió. Palabra del Señor.
Comentario: Jesús se lamenta de las poblaciones judías que no lo escucharon, mientras que las extranjeras creyeron en él. Estos mismos reproches pueden caer sobre quienes fuimos bautizados y hemos quedado anclados más a las costumbres y normas, que siendo fieles a Dios que nos llama a seguirlo.