Puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero Rom 7, 19
El apóstol Pablo, entiende muy bien en su vida la presencia del Espíritu Santo, que viene de Dios y lo anima a vivir puesto en las manos del Señor que lo ama y que le invita a hacer el bien. Sin embargo, también es muy consciente de que está interiormente habitado por otra fuerza que lo hace ir en sentido contrario, incluso que está en contra de su deseo de hacer la voluntad de Dios en su vida.
Por medio de la psicología, tenemos la posibilidad de conocer o auscultar con mayor claridad nuestro interior y darnos cuenta que efectivamente, hay motivaciones internas que no necesariamente reflejan el deseo personal más explícito de hacer algo. A veces, hacemos cosas que nos dejan la pregunta: ¿por qué hice esto?, reflejando nuestra perplejidad.
El siguiente artículo, quiere ayudar a dar una mirada a estas motivaciones interiores que nos hablan de nuestra condición de fragilidad, llamada a dejarse habitar por el Espíritu de Dios.
ROMANOS 7, 14-25
A lo largo de la historia, este texto de la Carta a los Romanos ha dado margen a muchas y diversas interpretaciones. Recordemos algunos versículos de ese capítulo:
v. 18. Pues bien sé yo que nada bueno habita en mí, es decir, en mi carne; en efecto, querer el bien lo tengo a mi alcance, mas no el realizarlo,
v. 19. puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero.
v. 22. Pues me complazco en la ley de Dios según el hombre interior,
v. 23. pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi razón y me esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros.
v. 24. ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte?
v. 25. ¡Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Señor!
El exegeta Cranfield presenta siete interpretaciones dadas a ese texto a lo largo de los tiempos. Él mismo, siguiendo a Metodio, Agustín, Tomás de Aquinoy un buen número de exégetas4 modernos, adopta la posición según la cual el Apóstol Pablo está refiriéndose a su experiencia actual, como convertido del judaísmo de tendencia farisaica al cristianismo y presenta la experiencia de los cristianos en general, incluyendo a los más maduros en su camino de fe:
Pablo piensa específicamente en los cristianos. Los versículos que siguen retratan vivamente el conflicto interior característico del verdadero cristiano, conflicto que es posible solamente en el hombre que el Espíritu Santo es activo y la inteligencia humana es renovada bajo la disciplina del evangelio… en él el poder del pecado es claramente percibido. Cuanto más él es renovado por el Espíritu Santo de Dios, más sensible se vuelve al poder continuo del pecado sobre su vida y al hecho de que hasta sus mejores actividades son dañadas por el egoísmo atrincherado en su interior.
Sin pretender entrar en el análisis exegético y teológico, intentaré en este artículo hacer un abordaje existencial del texto, basado en la observación cotidiana de la vida personal y de tantos cristianos y cristianas que sigo espiritualmente. Por tanto, se trata de un abordaje en la línea de la espiritualidad. Consulté varios psicólogos acerca de la exactitud de las referencias que hago a la psicología a lo largo del artículo, a los cuales agradezco la colaboración.