Motivación de entrada
La liturgia eucarística dominical debe ser para nosotros, cristianos, un momento fuerte en el cual juntos alabamos al Señor, juntos escuchamos su palabra, juntos ofrecemos el sacrificio redentor, juntos participamos en el banquete del amor fraterno.
Acto penitencial
Pedimos perdón por nuestra poca solidaridad; por haber desconocido la presencia de Cristo en los hermanos; por haber sido cristianos “domingueros” y no de todos los días.
Lecturas bíblicas
Primera lectura: Deuteronomio 4, 1-2. 6-8.
A semejanza del pueblo de Israel, llamado a ser testigo de la fidelidad a los mandatos de Dios, nosotros hoy debemos manifestar con nuestra conducta cómo se obedece al Señor.
Segunda lectura: Santiago 1, 17-18. 21-22. 27.
No basta con ser oyentes de la palabra de Dios; nos amonesta el apóstol Santiago: debemos ponerla en práctica.
Evangelio: Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23.
Fuerte afirmación de Jesús, que debe cuestionamos: la maldad del hombre está en su corazón; por eso debemos hacer continuamente una seria y sincera ecología de nuestros pensamientos, deseos y sentimientos.
Oración de los fieles
Presentación de las ofrendas
Los humildes dones del pan y del vino se hacen eucaristía por la fuerza del Espíritu, motivo para dejarnos transformar por el Señor en pan y vino de fraternidad.
Comunión
La comunión con Cristo debe reflejarse en una vida de servicio a los hermanos, hecho con amor. Preguntémonos cómo lo haría Cristo ahora y aquí.
Despedida
Todo en la liturgia de hoy ha sido un llamado al amor del Señor. Mostremos a la gente que en nosotros no es algo ocasional, dominical, sino un compromiso permanente.