Nacido el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, San Miguel localidad perteneciente a El Salvador, Oscar Arnulfo Romero Galdámez, segundo de 8 hijos de una modesta y humilde familia, logró transformar su vida a la luz del evangelio de los pobres.
Fue ordenado sacerdote en 1942, y luego de un dilatado e intenso recorrido de servicio a la Iglesia, fue nombrado arzobispo de San Salvador en 1977.
Apasionado servidor de los pobres, vivió los cambios de una sociedad agitada por el desorden político de su país, sin embargo, fue después del asesinato del padre Rutilio Grande, que su compromiso se hizo todavía más fuerte en pos de los más débiles, momento en que sus palabras se hicieron verdaderas espinas entre las cúpulas de poder. Momento en que su opción por los pobres transformó su visión sobre la misión de la Iglesia en sociedad.
El mismo diría: “Con este pueblo no cuesta ser pastor”… “Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño. Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás”.
Fue así, como en su última homilía en la Catedral de San Salvador, rogó a los soldados para que no obedecieran las órdenes de sus superiores cuando les impusieran matar a inocentes. Por esta razón, no dudó en estar cerca de quienes sufrían, acogiendo el clamor del pueblo. El 24 de marzo de 1980, un sicario disparó a este hombre, mientras oficiaba una eucaristía más rogando por la paz.
Para recordar su memoria y legado, SAN PABLO te motiva a conocer diferentes títulos que te permitirán adentrarte en su obra.
¡Celebremos juntos al ahora proclamado nuevo Beato de la Iglesia Católica! Monseñor Romero: Una sonrisa humilde que ilumina el Centro de América.