Motivación de entrada
Ninguna fiesta como Pentecostés nos recuerda que “nosotros somos Iglesia”, somos la Iglesia. La liturgia nos ofrece una oportunidad única para revivir nuestra vocación misionera.
Acto penitencial
Por las veces que hemos desoído la voz del Espíritu. Por haber olvidado el compromiso misionero de nuestra confirmación. Por haber rechazado el amor renovador del Espíritu Santo.
LECTURA BÍBLICAS
Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 2, 1-11.
El relato de Pentecostés reafirma la universalidad de la Iglesia, de su misión y del empeño de todos para construir la unidad en Cristo.
Segunda lectura: 1Corintios 12, 3-7.12-13 (o bien: Gálatas 5, 16-25).
La diversidad de dones que se dan en la Iglesia es signo de la fecundidad del Espíritu Santo. Los dones son dados para responder a los diferentes servicios comunitarios.
Evangelio: Juan 20, 19-23 (o bien: 15, 26-27; 16, 12-13).
La aparición a los discípulos miedosos, en la tarde de la primera pascua cristiana, ofrece a Jesús la oportunidad de darles la misión y el Espíritu Santo para cumplirla.
Oración de los fieles
Presentación de las ofrendas
El Espíritu Santo es el que santifica los dones del pan y del vino; al ofrecerlos hoy, pedimos que ese mismo Espíritu reúna a todos los pueblos en derredor del único altar.
Comunión
En el momento de la comunión hoy suplicamos: Espíritu divino, “borra nuestras inmundicias, fecunda nuestros desiertos, y cura nuestras heridas”.
Despedida
Con Pentecostés comienza el “tiempo de la Iglesia”. Enviada a evangelizar a todo el mundo, el Espíritu de Jesús la guía y acompaña, hasta el fin. La Iglesia somos nosotros. ¡No lo olvidemos!