“Y añadió: ‘Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob” Éx 3, 6.
Mucho se ha hablado en este tiempo de la increencia y la negación de lo religioso en el mundo de hoy, debido al descrédito de las instituciones religiosas, en especial, la Iglesia Católica. Para muchos, la religión está más ligada a fundamentalismos de todo tipo, que generan división y odio.
Lo cierto es que estamos en medio de una multiplicidad de búsquedas espirituales, que no necesariamente pasan por la institucionalidad religiosa y que dejan de manifiesto que la búsqueda de Dios, de lo trascendente, de aquello que dé sentido a la vida, más allá del ir y venir cotidiano, es una realidad que hay que tomar en cuenta.
Ahora bien, el cristianismo –y, podríamos decir, la humanidad entera– ha recibido un enorme regalo en la persona de Cristo y cómo entender la relación con Dios. Para los cristianos, Dios no es una fuerza, una energía o una luz, sino antes que todo un ‘Alguien’ con quien relacionarse. Así como Jesús se relacionaba con su Padre, los cristianos están llamados a esta misma manera de relacionarse con Dios, quien llama a, desde y para la vida. Es el tema que aborda la siguiente ‘Ayuda para el espíritu’.