El martes 22 de abril a las 19:00 horas se celebró Eucaristía en el templo Catedral Metropolitano de La Serena, con participación de numerosos feligreses, sacerdotes, diáconos y religiosas, quienes acudieron de diversas comunidades a orar por el querido Papa Francisco.

La Eucaristía la presidió el arzobispo René Rebolledo Salinas, acompañado del obispo auxiliar Enrique Balzan Caruana, de la cual participaron también representantes de las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública.

Entre otros, el arzobispo manifestó: “Nos expresamos mutuamente cordiales condolencias, pues todos miembros del Pueblo Santo de Dios que presidía el amado Papa Francisco”. Luego, invitó a proseguir orando para que el Señor lo reciba en su amor, bondad y misericordia. Agradeció las innumerables muestras de cercanía en estos momentos de dolor. Convocó también a “manifestar profunda gratitud a Dios por la vida, vocación y misión apostólica del Papa Francisco, destacando variados aspectos de su rico Magisterio”. Finalmente, instó a todos a atesorar “su enseñanza tan valiosa y procurar hacerla vida, especialmente admirando el gran testimonio personal de amor a Jesucristo y a la Iglesia del Santo Padre Francisco”.

Los fieles que acudieron al templo Catedral para encomendar el alma del Santo Padre compartieron emotivas palabras ante su partida a la Casa del Padre. Ana María Rojas expresó con gratitud: “Agradezco profundamente a Dios por el Magisterio del Papa Francisco, y porque en su testimonio de vida, sencilla y cercana, nos ha recordado que la Iglesia debe estar al servicio de todos, especialmente de los más necesitados. Su forma de amar, acoger y hablar con verdad ha sido luz para nuestro caminar como pueblo de Dios”. En tanto, Rolando Pizarro destacó el legado que deja el Pontífice: “Ha dejado una huella imborrable en nuestros corazones. Su valentía para enfrentar los desafíos de la Iglesia y su insistencia en una fe vivida con alegría y coherencia son un verdadero legado”.

Con profundo recogimiento y unidad en la fe, la Arquidiócesis de La Serena despidió al Papa Francisco, agradeciendo a Dios por el don de su vida y fecundo servicio a la Iglesia universal. La celebración fue reflejo del amor y cercanía que el Santo Padre supo cultivar en los corazones de sus fieles, quienes, con gratitud y esperanza, se comprometieron a seguir cultivando su legado de misericordia, justicia y fraternidad. Su memoria vivirá por siempre en la oración y en el testimonio de quienes encontraron en él a un verdadero Pastor, humilde y valiente, que condujo con amor al Pueblo de Dios.