Prefacio de Epifanía.
Lectura de la primera carta de san Juan.
Hijos míos: ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Jesucristo vino por el agua y por la sangre; no solamente con el agua, sino con el agua y con la sangre. Y el Espíritu da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Son tres los que dan testimonio: el Espíritu, el agua y la sangre; y los tres están de acuerdo. Si damos fe al testimonio de los hombres, con mayor razón tenemos que aceptar el testimonio de Dios. Y Dios ha dado testimonio de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios tiene en su corazón el testimonio de Dios. El que no cree a Dios lo hace pasar por mentiroso, porque no cree en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y el testimonio es éste: Dios nos dio la Vida eterna, y esa Vida está en su Hijo. El que está unido al Hijo, tiene la Vida; el que no lo está, no tiene la Vida. Les he escrito estas cosas, a ustedes que creen en el Nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen la Vida eterna. Palabra de Dios.
Comentario: San Juan alienta a sus discípulos y confirma a los miembros de sus comunidades que van por buen camino, ya que no se han dejado engañar por falsos maestros. El medio para alcanzar ese buen camino es la fe en Jesús. Quien vive en comunión con él experimentará a Jesús más por una experiencia de vida que por la autoridad o testimonio de otros. En cambio, quien rechaza la fe en Cristo, rechaza a Aquél que ha dado testimonio sobre él.
R. ¡Glorifica al Señor, Jerusalén!
¡Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión! Él reforzó los cerrojos de tus puertas y bendijo a tus hijos dentro de ti. R.
Él asegura la paz en tus fronteras y te sacia con lo mejor del trigo. Envía su mensaje a la tierra, su palabra corre velozmente. R.
Revela su palabra a Jacob, sus preceptos y mandatos a Israel: a ningún otro pueblo trató así ni le dio a conocer sus mandamientos. R.
Aleluia. Los cielos se abrieron y se oyó la voz del Padre: «Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo». Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Juan Bautista predicaba, diciendo: «Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero Él los bautizará con el Espíritu Santo». En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre Él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección». Palabra del Señor.
Comentario: Jesús se acerca al Bautista y le reconoce sus credenciales proféticas. Es más, se pone en la fila para recibir el bautismo. Sabemos que el bautismo de san Juan era más moral que ritual, es decir, reconocía la condición de pecado del hombre, pero no daba la absolución de los pecados o el Espíritu Santo. No obstante, Jesús comparte la condición de los pecadores, él mismo “se hace pecado” (2Cor 5, 21), pero la voz divina del cielo lo declara inocente. En efecto, Jesús, Dios y hombre, se presenta con todas las consecuencias de su humanidad, incluso las del pecado, pero al mismo tiempo se confirma su condición divina.
O bien: Lc 3, 23. 31-34. 36. 38
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Cuando comenzó su ministerio, Jesús tenía unos treinta años y se lo consideraba hijo de José. José era hijo de Elí. Eliaquim era hijo de Meleá; Meleá, hijo de Mená; Mená, hijo de Matatá; Matatá hijo de Natán; Natán hijo de David. David era hijo de Jesé; Jesé, hijo de Jobed; Jobed, hijo de Booz; Booz, hijo de Sela; Sela, hijo de Naasón; Naasón, hijo de Aminadab; Aminadab, hijo de Admín; Admín, hijo de Amí; Amí, hijo de Esróm; Esróm, hijo de Fares; Fares, hijo de Judá; Judá, hijo de Jacob; Jacob, hijo de Isaac; Isaac, hijo de Abraham. Abraham era hijo de Tera; Tera, hijo de Najor. Sela era hijo de Cainán; Cainán, hijo de Arfaxad; Arfaxad, hijo de Sem. Sem era hijo de Noé; Noé, hijo de Lamec. Cainán era hijo de Enós; Enós, hijo de Set; Set, hijo de Adán; Adán, hijo de Dios. Palabra del Señor.