Santos Timoteo y Tito, o. (MO)
Leccionario Santoral: 2Tim 1, 1-8 (o bien: Tit 1, 1-5); Sal 95, 1-3. 7-8. 10; Lc 10, 1-9.
Semana 3ª durante el año – Semana III del Salterio.
Reseña
Dos discípulos predilectos de san Pablo. Timoteo (respeto por Dios): “Mi hijo amado” (1Cor 4, 7), lo llama aquí y en las dos cartas que le escribiera; hijo de una mujer judía creyente y padre griego (Cfr. 1Tim 1, 5; 4, 14). Pablo quiso que lo acompañara en sus viajes. Tito (defensor) fue secretario de san Pablo, acompañándolo en las andanzas misioneras; confiaba plenamente en él, nombrándolo obispo en la Isla de Creta; le escribió una bella carta, señalándole las cualidades que deben tener los sacerdotes. Defensor contra los errores.
LECTURA 2Tim 1, 1-8
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo.
Pablo, Apóstol de Jesucristo, por la voluntad de Dios, para anunciar la promesa de Vida que está en Cristo Jesús, saluda a Timoteo, su hijo muy querido. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz que proceden de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo. Doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia pura al igual que mis antepasados, recordándote constantemente, de día y de noche, en mis oraciones. Al acordarme de tus lágrimas, siento un gran deseo de verte, para que mi felicidad sea completa. Porque tengo presente la sinceridad de tu fe, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y estoy convencido de que tú también tienes. Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos. Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad. No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios. Palabra de Dios.
Comentario: San Pablo se dirige a su discípulo Timoteo en clave vocacional. Como en todas sus cartas, primero aclara que cuanto él hace es por voluntad de Dios, pidiéndole entonces a Timoteo que “reavive” su don recibido del Cielo… ¿Cuál es la misión que Dios me ha confiado? ¿Cómo la llevo adelante?
(o bien: Tit 1, 1-5)
Salmo Sal 95, 1-3. 7-8. 10
R. ¡Anuncien las maravillas del Señor por todos los pueblos!
Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su Nombre. R.
Día tras día, proclamen su victoria. Anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos. R.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos, aclamen la gloria y el poder del Señor; aclamen la gloria del Nombre del Señor. R.
Digan entre las naciones: “¡El Señor reina! El mundo está firme y no vacilará. El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”. R.
Aleluia Lc 4, 18
Aleluia. El señor me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos. Aleluia.
Evangelio Lc 10, 1-9
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!”. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes”. Palabra del Señor.
Comentario: “¡Vayan! Yo los envío…”. Jesús los había convocado para que estuvieran con él y para enviarlos al mundo. En las comunidades cristianas no estamos para perder el tiempo en luchas internas, sino para vivir en comunión con el Maestro y salir a anunciar el evangelio a donde él nos envíe.