Credo. Prefacio de Adviento. I, II o V.
Lectura del libro de Isaías.
Aquel día, se entonará este canto en el país de Judá: Tenemos una ciudad fuerte, el Señor le ha puesto como salvaguardia muros y antemuros. Abran las puertas, para que entre una nación justa, que se mantiene fiel. Su carácter es firme, y Tú la conservas en paz, porque ella confía en ti. Confíen en el Señor para siempre, porque el Señor es una Roca eterna. Él doblegó a los que habitaban en la altura, en la ciudad inaccesible; la humilló hasta la tierra, le hizo tocar el polvo. Ella es pisoteada por los pies del pobre, por las pisadas de los débiles. Palabra de Dios.
Comentario: Este himno de victoria es como el canto a la victoria del Señor. En ese sentido, el Profeta anima, reconforta y levanta la moral del pueblo en los momentos de apremio. Del mismo modo, este no espera milagros, pero sí las palabras del Profeta, que son un aliciente para vivir y confiar en Dios.
R. ¡Bendito el que viene en Nombre del Señor!
¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres; es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los poderosos. R.
«Abran las puertas de la justicia y entraré para dar gracias al Señor». «Ésta es la puerta del Señor: sólo los justos entran por ella». Yo te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. R.
Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad. ¡Bendito el que viene en Nombre del Señor! Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor: el Señor es Dios, y Él nos ilumina. R.
Aleluia. Busquen al Señor mientras se deja encontrar, llámenlo mientras está cerca. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: No son los que me dicen: «Señor, Señor», los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero ésta no se derrumbó, por¬que estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: ésta se derrumbó, y su ruina fue grande. Palabra del Señor.
Comentario: Jesús plantea quiénes son sus verdaderos discípulos. Es decir, no los que escuchan y se olvidan de sus enseñanzas, sino los que ponen en él su confianza. Y propone tres actitudes del auténtico discípulo: No tiene miedo, porque vive des¬apegado de lo temporal y su seguridad está en Dios; vive con ecuanimidad, como dice el maestro Eckhart: “Estate tranquilo y no huyas del vacío, mientras tengas tu rostro fijo en Dios, todas las cosas se convertirán en Dios”; y, por último, irradia paz, porque solo la persona para quien Dios está en todas las cosas conoce la paz.