Un día de octubre, el viento suave, el cielo amenazante, según las tradiciones de los abuelos, sin lluvia, sentado en el banco de los secretos, con una conversación amena disfrutando un helado de barquillo.
Bruno dice: “es hora para la función, vamos”. Delfina responde: “vamos, disfruté este rico helado artesanal”. Ambos cruzan la plaza. Al costado de la iglesia Sagrado Corazón estaba el colegio. Entraron al salón lleno de niños, padres, abuelos, parientes e invitados. Los saludos cariñosos de los presentes para ellos: Bruno mira a los ojos a Delfina y sin decir nada, piensa: “que regalo más hermoso del Dios de la vida, estos vínculos de pueblo”. Delfina parece entender el mensaje y le da un apretón de mano. Se sientan y a las 18.hrs en punto se inicia la función, con música infantil.
Bruno lee el tríptico: Teatro de las emociones
“Las emociones es un estado afectivo que experimentamos una reacción Subjetiva al ambiente, que viene acompañada de cambios orgánicos de origen innato, influida por la experiencia y modelos. La emoción tiene una función adaptativa, con cambios pasajeros a veces más o menos violentos, que influye en el modo en que se percibe de dicha situación. Las emociones de hoy (obsérvalas, identifícalas, el control es parte del proceso): Alegría, miedo, tristeza, ira, vergüenza, asco, desagrado, interés, sorpresa, enojo, aflicción, desprecio, culpa y motivación
Se levantan las cortinas. Al medio del escenario hay una mesa y alrededor de ella unos niños sentados celebrando un cumpleaños. Los niños están conversando y comiendo. En la mesa hay unos pancitos con pasta: un niño los probó y no le gustaron. Su cara mostró incomodidad, como si quisiera vomitar. Sin que nadie se diera cuenta, sacó otro pancito y lo empezó a oler. Lo miraba y lo dejó encima sin tocarlo, tomó su vaso y bebió jugo.
Otro niño se dio cuenta. “Como podía ser así”, pensó, “no lo pienso invitar a mi cumpleaños, era un invitado, más encima mañoso”. Cantan el cumpleaños feliz. “Que abra los regalos”, dijo un niño y todos a coro respondieron: “que los abra”.
Se sentaron en circulo y cada niño le entregó al cumpleañero su regalo. Una niña fue la última en hacerlo. “Y si no le gusta”, “y si ya lo tiene”, pensaba. Con timidez lo entregó. En cada regalo el cumpleañero rompía el papel que lo envolvía.
Se notaban en el cumpleañero unos ojos brillosos y una sonrisa que afloraba con los obsequios de sus amigos. Daba sin palabras un mensaje: este era más suave o más intenso según el regalo. Los niños gritaban, cuando veían el regalo. La más pequeña de los invitados, miraba con atención absoluta. En su cara, gestos para una hermosa fotografía, sus ojos abiertos, grandes como uvas, cada vez que el cumpleañero mostraba el regalo. Su reacción era espontanea.
Cuando todos los regalos fueron abiertos, un niño, de hermosa cabellera, se quedó en silencio a pesar de los gritos, y pensó: “y mi cumpleaños por qué no es así”.
El cumpleañero les dijo a los invitados: “Gracias por sus regalos. Me gustaron todos, ninguno es mejor que el otro, porque en ellos está su cariño. Lo mejor de todo es compartir, celebrar mi cumpleaños con mis amigos”.
El niño de hermosa cabellera, sonrió es como si le volviera el alma al cuerpo.
“Vamos a jugar, pero antes, vamos con unos pancitos con pasta que hizo mi mama para ustedes”, dijo el cumpleañero. Todos se rieron y miraron a uno en particular. Los niños se fueron a un rincón del escenario, y jugaron en silencio
Entran unos jóvenes que venían escuchando música. Algunos hacían pasos en series y luego todos seguían la secuencia. Terminada la música, se sentaron en el suelo y una joven tomó la palabra: “Estamos aquí para organizar la semana del colegio y distribuir las alianzas y ver las pruebas que haremos. Esperé muchos años para hacer algo único, con concurso de pintura, poesías, cantos, disfraces, juegos, etc.”.
Un joven -de mala manera-, le dice: “Claro porque a ti te gusta la pintura y la poesía, debemos sumarnos a tu espera. Para mí no es nada, esto es de todos”.
Otra joven dice: “Este es nuestro año. Más allá de sus opiniones, tal vez esto no resulte, son tantas tareas, desafíos, y estamos en la mira de todos… Así como vamos, me afecta. Voy a pensar si sigo en esto. Todo lo que se ha hecho antes es poca cosa: sucesos de repetición, lo mismo de siempre, ¡cómo no pudieron ser mas creativos!, que la reina, el rey feo, noche de gala, etc.”.
“¿Qué opinas tú?”, le dice un joven a su amigo. “Tengo una molestia por lo que dicen, algo que me inquieta, estoy abatido, desconcertado por esta conversación”.
Un joven que había observado, sin participar dijo: “Tenía que haber intervenido antes. Esto no está bien. En un dos por tres estaremos agarrándonos de las mechas. La idea es que este acontecimiento no nos separe, ya que nos conocemos desde kínder”.
Entra un joven y les dice: “los estaba escuchando. Llegué tarde, y no quise interrumpir. Les digo sin tener la razón completa, ni tener la ultima palabra, que cada uno de aquí tiene su energía o talentos. Si los unimos haremos cosas, nos moveremos en decisiones en común y nuestras acciones dejarán huella en el tiempo… Podría ser la mejor semana del del colegio, pero eso depende de nosotros”.
“Por qué no entraste antes”, dijo uno. Otro afirmó: “¡Si podemos!”. Un tercero dijo: “¡ya! Tengo la clave”. Puso música y empezaron a bailar, como si nada hubiera pasado. El baile y sus espontaneidades. Con pasos nuevos y viejos, con risas y bromas.
Los jóvenes se van bailando a la otra esquina del escenario. Se sientan en el suelo y se ponen a planificar en silencio.
Entran unos apoderados de diferentes edades. Dos de ellos iban tomados de las manos, y uno le dice al otro: “Si yo hubiera sabido que eras tan pobre, nunca me habría casado contigo”.
“Pero no fue por falta de aviso, siempre te dije ‘Eres todo lo que tengo en la vida’”, fue la respuesta.
“Ja ja ja”, se oía desde todos los lugares del publico.
“Ya, ustedes igual que siempre. Empecemos a organizar el viaje de estudios. A mí no me causa gracia; es más, me incomoda”, dijo uno de ellos. “Ya, cada uno es como es. El humor acompaña, nada es tan grave”, dijo una mujer, al parecer la de más edad.
Un hombre vestido con ropa a la moda dijo: “Creo que este año, podríamos organizar un viaje al extranjero”.
“¡Que! ¿al extranjero?”, exclamó otro. Su rostro era una instantánea, que decía más que sus palabras.
Un hombre miraba incrédulo. Recordaba que habían hablado en varias ocasiones de posibles lugares dentro del país, pero nunca al extranjero. Además los ahorros para esta actividad -juntados desde primero medio-, no eran tantos… Se dio media vuelta para salir de la reunión y su pareja lo tomó del brazo para llevarlo al centro.
El hombre tomó nuevamente a su pareja y le dice: “¿Sabes tú que las mujeres se enojan por 5 razones? Por todo – Por nada – Porque si – porque no – y por si acaso”. El grupo se reía, aunque lo trataron de simular. Esta intervención había sido improvisada. Era otro el libreto.
Una mujer tomó la palabra: “Creo que deberíamos reflexionar sobre este viaje de estudio”. “¿Por qué? Si ya lo hemos conversado”, le contestó un hombre joven. La mujer con la mirada hacia abajo responde: “Si el lugar elegido es peligroso y les pasa algo a niños, si se enferman..”.
“El no hacerlo, ahí si que tendríamos problemas con nuestros hijos”, dijo una mujer joven, con voz temblorosa. “Nosotros en casa hemos reflexionado el tema, y no se trata de donde, sino que ahora pasamos por un momento familiar delicado”. Sus ojos dejaron en evidencia su sinceridad.
“A ver, veamos cómo están las arcas”, dijo otro, dirigiéndose a un hombre con traje. “Cuéntanos, hasta donde es posible el viaje”.
“Lo siento, con el apuro no traje el computador y ahí está todo, pero, llegando a casa, les envió por mail toda la información. No es lo único que hago, no volverá a suceder”, dio el aludido.
“Nosotros…” dijo el hombre, tomando nuevamente a su pareja de la mano. Quería intervenir, pero no lo dejaron hablar. “No más chistes”, le dijeron.
“No, escuchen: una vez que tengamos las cuentas claras, propongamos tres lugares para hacer el viaje de estudios. Se lo presentamos a nuestros hijos y que ellos resuelvan. Total el viaje es de ellos, nosotros somos el arco, ellos las flechas”, dijo el hombre.
“Buena, buena”, dijeron todos, “Este fue el mejor chiste”.
Suena una canción. Se baja el telón y surgen los aplausos espontáneos del público. Alzan nuevamente el telón y todos los participantes reciben los aplausos.
Entra Gabriel un joven de unos treinta años, que es felicitado junto al elenco. Era el director de la obra. Se corta la música y Gabriel mira a una niña. Esta pasa adelante, mira al público y dice: “¿quién soy yo?”. Una mujer se para de su asiento y le dice: “Eres mi hija amada, eres Aurora”.
La niña, algo ruborizada, pero sin perder la timidez, replica: “Yo era la emoción SORPRESA”.
Gabriel dice: “Así es. Cada uno de los participantes, si me permiten actores, representaba una, emoción. Algunas se repiten en los distintos actos, y no tiene que ver exclusivamente con las personas, las edades, sino también con el contorno, que también las provocan”.
Gabriel continuó explicando: “Las emociones están ¿Cuál era la tarea? Identificarlas y controlarlas. En el tríptico que se les entregará a la salida, estará la foto de todos estos actores, para recordar este hermoso momento, y la definición acotada de cada emoción, enmascarada por los acontecimientos”.
Una alegría contagiosa se produce. Los actores hacen la reverencia final y cae el telón. El lugar se llena e aplausos y gritos.
Bruno y Delfina son invitados a un pequeño ágape. Camino a casa, Bruno pregunta a su amada esposa si tiene algún comentario. “Si”, dice ella, “te amo esposo amado”. El sonríe y le devuelve sus palabras con un beso.
Ya en casa, Delfina abre el tríptico y lee:
1.- Alegría: Lleva en sí un poder que empuja, nos invade, y nos hace saborear con plenitud situaciones agradables.
2.- Miedo: Alarma adaptativa a los peligros de la vida, paraliza. Acción de sobrevivencia, relacionada con los pensamientos.
3.- Tristeza: Perdida, amor no correspondido, sufrimiento transitorio. Va a depender de la intensidad del acontecimiento, y de la persona que lo padece.
4.- Ira: Sentimiento de enfado muy grande y violento.
5.- Vergüenza: equivocaciones que nos dejan expuestos. Incomodidad, inseguridad, también relacionada con la timidez.
6.- Asco: Sensación de desagrado, que produce el olor, el sabor o visión de algo que puede llegar a provocar vómitos.
7.- Desagrado: Contrariedad que siente una persona por algo que le disgusta.
8.- Interés: Conveniencia o necesidad de una persona por sus logros o beneficios personales.
9.- Sorpresa: Es una reacción emocional muy espontánea, provocada por un acontecimiento imprevisto, extraño o nuevo.
10.- Enojo: Un sentimiento desagradable que experimentamos cuando nos sentimos contrariados, o atropellados por palabras o acciones.
11.- Aflicción: Abatimiento, tristeza, molestia o sufrimiento físico o pena.
12.- Culpa: Acción de arrepentimiento, responsable de consecuencias negativas.
13.- Motivación: Un nivel de energía y vida para realizar acciones que te apasionan, propósito y decisiones.
Delfina termina de leer y se queda pensativa. “Reconocer y controlar, será la motivación para el viaje que haremos con Bruno a la capital mañana”. Guardó en su cartera el tríptico, apagó la luz y le dijo a Bruno desde la sala: “Mi amor mañana será un buen día, seguro que nos encontraremos con el Dios de la vida”.