La celebración se destacó por los bellos e inspiradores textos bíblicos (1 Pe 3, 8-17; Sal 33 (32) 1-3.12-15 .20-22; Mc 4,35-41) y profundos signos. En su mensaje, el arzobispo René Rebolledo Salinas, afrontó relevantes desafíos de la región y el país, con un profundo trasfondo de esperanza.
Tomaron parte del Te Deum autoridades civiles, militares y de orden, junto a representantes de diversos voluntariados y numerosos fieles. Acompañaron al Arzobispo, sacerdotes y diáconos permanentes.
En esta ocasión presidió la Cruz que acompañará la Primera Jornada Nacional de la Juventud y que tendrá lugar en La Serena los días martes 21 al domingo 26 de enero de 2025. La cruz fue portada por jóvenes, que representan a los convocados por el Señor a esta importante cita. Ha peregrinado por la totalidad de las parroquias de la Arquidiócesis, siendo acogida por numerosas personas.
Acompañada de cuatro cirios encendidos, indicando que la Cruz no es el final del camino. Cristo, extendiendo sus brazos y abrazando al mundo desde ella, ha muerto, pero ha resucitado y Él es la luz que ilumina al mundo.
El diácono portó en alto el Evangelio, Palabra de Jesús, que da vida y plenitud a cuantos a Él se acercan con sencillez y humildad.
Una agricultora y un agricultor, portaron un cántaro con agua y hielo como signo de gratitud a Dios por el agua y la nieve de este invierno, que alegró a las comunidades, aumentó los embalses, reverdeció los campos e hizo florecer las semillas que guardaba la tierra.
Acompañaron de igual modo representantes de las colectividades migrantes, presentes en la Región. Entre ellas: venezolanos, colombianos, peruanos, brasileños, argentinos, ecuatorianos, haitianos y bolivianos. Son nuestros hermanos, que han venido de otras latitudes para compartir su vida y fe con nosotros, conformando un solo pueblo de Dios, camino a la Patria del cielo, donde el Padre nos espera.
El Arzobispo, en su homilía, después de una breve reflexión sobre los textos bíblicos, abordó algunos de los desafíos actuales del país: el respeto a la vida en todo tiempo y circunstancia; la atención prioritaria por las hermanas y hermanos en situaciones de pobrezas; el acoger, acompañar y a compartir con los hermanos migrantes; el erradicar de nuestras ciudades, pueblos y comunidades, todo tipo de violencia, formas de discriminación y exclusión; como la urgencia de reaccionar con firmeza y decisión ante la corrupción; el seguir potenciando una cultura del cuidado de la tierra y el agua como la atención preferente por la juventud.
Finalizada la celebración, el Delegado Presidencial de la Región de Coquimbo, Galo Luna Penna, expresó su gratitud por las palabras del arzobispo: “El mensaje de monseñor Rebolledo sobre el diálogo fraterno entre nuestros pares es fundamental en este tiempo. Agradezco también sus palabras hacia quienes desempeñamos el servicio público, ya que trabajamos día a día por hacer realidad la patria que todos anhelamos. Sus reflexiones fueron oportunas, porque debemos seguir afrontando los desafíos y fortaleciendo a nuestra nación“.
Por su parte, el recién electo Gobernador de la Región, Darwin Ibacache, destacó lo oportuno del mensaje del Arzobispo con respecto a las diferentes realidades del país: “Fue un mensaje cargado de emotividad que nos invita a evaluar nuestro compromiso con el país. Agradezco esta instancia de bendición y encuentro… ya que son necesarias para reflexionar y agradecer por nuestra patria”.
María Marcela Damke, expresó lo hermoso de esta instancia para reencontrarse con Dios y con uno mismo como cristiano: “Es oportuno este llamado del Señor, para recuperar los valores universales que también nos mueven espiritualmente como cristianos. Esta mañana escuchamos con mucha atención las palabras de monseñor Rebolledo, quien nos invita a buscar la unión y la paz, siguiendo las enseñanzas del Señor, por el bien común de todos los chilenos”.
Lucía Ramírez, una joven migrante que vivió por primera vez esta alabanza a Dios, compartió su impresión sobre la celebración: “Fue una experiencia muy hermosa. Me emocionó ver la fe tan fuerte que tienen los chilenos y cómo la expresan en esta celebración. Se nota el profundo amor que sienten por su país y sus tradiciones. Para mí, como migrante, fue muy especial ser parte de este momento y sentir ese llamado de Dios con el amor patrio que los une”, comentó Lucía, visiblemente conmovida.
La celebración llegó a su momento culminante con el solemne cántico del Te Deum que en esta ocasión fue entonado por el coro recientemente fundado y adscrito al templo Catedral. En la belleza de la liturgia, especialmente en la Palabra y los signos, el mensaje y la participación de las autoridades, como también sacerdotes, diáconos, religiosas y fieles, renueva la esperanza y en la entrega por un mejor porvenir, contando con la corresponsabilidad de todos y priorizando aquello que es esencial, hermosamente cantado en el Salmo: “¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que se eligió como heredad!” (Sal 33 (32) 12).