La gran santa de Ávila fue también incansable viajera. Empeñada en la reforma de la orden carmelita y en la creación de monasterios, recorrió en un lapso de quince años —en carro o en mula— unos 9mil kilómetros. A su precaria salud se sumaron múltiples dificultades en aquellos caminos y hospedajes de la España del siglo XVI. Siempre animosa, alegre y austera, Teresa enfrentó con tenacidad sus dolencias y todos los obstáculos.