Leccionario Santoral: Sab 3, 1-9 (o bien: Rom 8, 31-39); Sal 125, 1-6; Lc 9, 23-26.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Si se anuncia que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo algunos de ustedes afirman que los muertos no resucitan? ¡Si no hay resurrección, Cristo no resucitó! Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana también la fe de ustedes. Incluso, seríamos falsos testigos de Dios, porque atestiguamos que Él resucitó a Jesucristo, lo que es imposible, si los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y sus pecados no han sido perdonados. En consecuencia, los que murieron con la fe en Cristo han perecido para siempre. Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente para esta vida, seríamos los hombres más dignos de lástima. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Palabra de Dios.
Comentario: La resurrección de Jesús es un acontecimiento que se ordena también a todo creyente. San Pablo contradice a todos los que no creen en esta Buena Noticia y argumenta que si Cristo no resucitó, entonces nuestra esperanza es ilusoria y trágica. Para el Apóstol la humanidad bajo el pecado y la muerte simboliza a Adán. En cambio, con la resurrección de Jesús, la humanidad es restituida por medio de la gracia y la vida que nos da Cristo resucitado.
R. ¡Me saciaré de tu presencia, Señor!
Escucha, Señor, mi justa demanda, atiende a mi clamor; presta oído a mi plegaria, porque en mis labios no hay falsedad. R.
Yo te invoco, Dios mío, porque Tú me respondes: inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras. Muestra las maravillas de tu gracia, Tú que salvas de los agresores a los que buscan refugio a tu derecha. R.
Escóndeme a la sombra de tus alas, y por tu justicia, contemplaré tu rostro, y al despertar, le saciaré de tu presencia. R.
Aleluia. Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido sanadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes. Palabra del Señor.
Comentario: En los tiempos de Jesús, no era bien visto que un maestro caminara seguido por mujeres. En este caso, algunas habían sido curadas y todas lo seguían porque creían en él: eran “tierra fértil” en donde nace y crece el Reino de Dios. Señor, que todos te descubramos y sigamos.