Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Los hombres deben considerarnos simplemente como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se pide a un administrador es que sea fiel. En cuanto a mí, poco me importa que me juzguen ustedes o un tribunal humano; ni siquiera yo mismo me juzgo. Es verdad que mi conciencia nada me reprocha, pero no por eso estoy justificado: mi juez es el Señor. Por eso, no hagan juicios prematuros. Dejen que venga el Señor: Él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas y manifestará las intenciones secretas de los corazones. Entonces, cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda. Palabra de Dios.
Comentario: A San Pablo no le importa que lo juzguen sus paisanos o un tribunal humano. Es consciente de sus acciones y lucha ostensiblemente contra el culto de la personalidad. Sin embargo, su conciencia no le remuerde, lo que no quiere decir que esté “absuelto de toda falta”. Es decir, su conciencia subjetiva puede ser correcta, pero esto no implica que no exista el mal objetivo: ha habido, en la Iglesia, un cierto intimismo moral al considerar que basta la buena voluntad y punto, sin preocuparse por la corrección de la conducta.
R. ¡La salvación de los justos viene del Señor!
Confía en el Señor y practica el bien; habita en la tierra y vive tranquilo: que el Señor sea tu único deleite, y Él colmará los deseos de tu corazón. R.
Encomienda tu suerte al Señor, confía en Él, y Él hará su obra; hará brillar tu justicia como el sol y tu derecho, como la luz del mediodía. R.
Aléjate del mal, practica el bien, y siempre tendrás una morada, porque el Señor ama la justicia y nunca abandona a sus fieles. R.
La salvación de los justos viene del Señor, Él es su refugio en el momento del peligro; el Señor los ayuda y los libera, los salva porque confiaron en Él. R.
Aleluia. Yo soy la luz del mundo. El que me sigue tendrá la luz de la Vida», dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Los escribas y los fariseos dijeron a Jesús: «Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben». Jesús les contestó: «¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar». Les hizo además esta comparación: «Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a éste no quedará bien en el vestido viejo. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, por¬que hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. El vino nuevo se pone en odres nuevos. Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: el añejo es mejor». Palabra del Señor.
Comentario: Jesús no descalifica ni anu¬la las costumbres del pasado, en cambio sí advierte a los fariseos (a los apegados a la norma o rúbrica) que no se sientan seguros por cumplir al pie de la letra con el ayuno y otras prácticas; y que cuanto él enseña es más valioso que todas las tradiciones y costumbres.