Lectura de la profecía de Nahúm.
Miren sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz. Celebra tus fiestas, Judá, cumple tus votos, porque el hombre siniestro no pasará más por ti: ha sido exterminado por completo. Sí, el Señor ha restaurado la viña de Jacob y la viña de Israel. Los salteadores las habían saqueado y habían destruido sus sarmientos. Un destructor te ataca de frente! ¡Monta guardia en la fortaleza, vigila los accesos, cíñete el cinturón, concentra todas tus fuerzas! ¡Ay de la ciudad sanguinaria, repleta de mentira, llena de rapiña, que nunca suelta la presa! ¡Chasquido de látigos, estrépito de ruedas, galope de caballos, rodar decarros, carga de caballería, centelleo de espadas, relampagueo de lanzas! ¡Multitud de víctimas, cuerpos a montones, cadáveres por todas partes! ¡Se tropieza con los cadáveres! Arrojaré inmundicias sobre ti, te cubriré de ignominia y te expondré como espectáculo. Así, todo el que te vea huirá lejos de ti, diciendo: ¡Nínive ha sido devastada! ¿Quién se lamentará por ella? ¿Dónde iré a buscar alguien que te consuele?». Palabra de Dios.
Comentario: El anuncio del castigo por las conductas de fraude, violencia y la falta de respeto a la dignidad humana por parte del pueblo llegan a su cumplimiento. Para el Profeta la ruina será total y por eso quiere hacer patente que el Señor de la historia no es indiferente a la opresión de los tiranos. Todo poderío político basado en la violencia y la injusticia tiene sus días contados.
R. ¡La herencia del Señor es su pueblo!
Está cerca el día de su ruina y ya se precipita el desenlace. Sí, el Señor hará justicia con su pueblo y tendrá compasión de sus servidores. R.
Miren bien que Yo, sólo Yo soy, y no hay otro dios junto a mí. Yo doy la muerte y la vida, Yo hiero y doy la salud. R.
Cuando afile mi espada fulgurante y mi mano empuñe la justicia, me vengaré de mis enemigos y daré su merecido a mis adversarios. R.
Aleluia. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino. Palabra del Señor.
Comentario: Quien sigue a Cristo tiene que aceptar llevar su cruz y Jesús lo afirma para hacer comprender a sus discípulos que sería una ilusión pensar en seguirlo, pero sin llevar con él la cruz. Sin embargo, hay que aceptar el sufrimiento, porque sencillamente es inseparable del seguimiento de Jesús. Nos dice el papa Francisco: “No se trata de una cruz ornamental, o de una cruz ideológica, sino que es la cruz del propio deber, la cruz del sacrificarse por los demás con amor –por los padres, los hijos, la familia, los amigos, también por los enemigos–, la cruz de la disponibilidad para ser solidarios con los pobres, para comprometerse por la justicia y la paz”.