Lectura del libro de Jeremías.
En aquel tiempo –oráculo del Señor– Yo seré el Dios de todas las familias de Israel y ellos serán mi Pueblo. Así habla el Señor: Halló gracia en el desierto el pueblo que escapó de la espada; Israel camina hacia su descanso. De lejos se le apareció el Señor: Yo te amé con un amor eterno, por eso te atraje con fidelidad. De nuevo te edificaré y serás reedificada, virgen de Israel; de nuevo te adornarás con tus tamboriles y saldrás danzando alegremente; de nuevo plantarás viñas sobre los montes de Samaría: los que las planten tendrán los primeros frutos. Porque llega el día en que los vigías gritarán sobre la montaña de Efraím: «¡De pie, subamos a Sión, hacia el Señor, nuestro Dios!». Porque así habla el Señor: ¡Griten jubilosos por Jacob, aclamen a la primera de las naciones! Háganse oír, alaben y digan: «¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!». Palabra de Dios.
Comentario: El desierto será el “paso obligado” que los desterrados realizarán para retornar a su tierra. Ese paso obligado también es como una toma de conciencia oprimida a una liberada, es decir, de un estado de pecado se pasa a uno de gracia y vida nueva. Es en el desierto donde el pueblo de Israel se ejercita para vivir su libertad, solidaridad e igualdad.
R. ¡El Señor nos cuidará como un pastor!
¡Escuchen, naciones, la palabra del Señor, anúncienla en las costas más lejanas! Digan: «El que dispersó a Israel lo reunirá, y lo cuidará como un pastor a su rebaño». R.
Porque el Señor ha rescatado a Jacob, lo redimió de una mano más fuerte que él. Llegarán gritando de alegría a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes del Señor. R.
Entonces la joven danzará alegremente, los jóvenes y los viejos se regocijarán; Yo cambiaré su duelo en alegría, los alegraré y los consolaré de su aflicción. R.
Aleluia. Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: «¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio». Pero Él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: «Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos». Jesús respondió: «Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel». Pero la mujer fue a postrarse ante Él y le dijo: «¡Señor, socórreme!». Jesús le dijo: «No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros». Ella respondió: «¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!». Entonces Jesús le dijo: «Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!». Y en ese momento su hija quedó sana. Palabra del Señor.
Comentario: La mujer cananea, por ser extranjera, es calificada de impura. Sus gritos llaman la atención, pues son los de una madre desesperada. Jesús la atiende porque su fe manifiesta la confianza que esperaba encontrar en sus paisanos. Por eso rompe contra todo exclusivismo. Para Jesús el don de la fe no conoce frontera, cultura o condición social.
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Agregaría hoy Nuestro Señor Jesús no conoce frontera de credo tampoco de género ni de idioma y podría seguir. Amén Gloria a ti Señor Jesús.