Lectura del libro de Isaías.
La senda del justo es recta, Tú allanas el sendero del justo. Sí, en la senda trazada por tus juicios, esperamos en ti, Señor: tu Nombre y tu recuerdo son el deseo de nuestra alma. Mi alma te desea por la noche, y mi espíritu te busca de madrugada, porque cuando tus juicios se ejercen sobre la tierra, los habitantes del mundo aprenden la justicia. Señor, Tú nos aseguras la paz, porque eres Tú el que realiza por nosotros todo lo que nosotros hacemos. En medio de la angustia, Señor, acudimos a ti, clamamos en la opresión, cuando nos golpeaba tu castigo. Como la mujer embarazada, que está por dar a luz, se retuerce y da gritos de dolor, así éramos nosotros delante de ti, Señor. Hemos concebido, nos hemos retorcido, y no dimos a luz más que viento. ¡No hemos traído la salvación a la tierra, no le nacieron habitantes al mundo! Pero tus muertos revivirán, se levantarán sus cadáveres. ¡Despierten y griten de alegría los que yacen en el polvo! Porque tu rocío es un rocío de luz, y la tierra dará vida a las Sombras. Palabra de Dios.
Comentario: El Profeta clama por la justicia y esperanza para los justos. El anhelo de los justos será, precisamente, depositar su confianza no en ídolos pasajeros sino en la misericordia de Dios, que poco a poco se irá internalizando en la esperanza mesiánica de la persona de Jesús.
R. El Señor miró a la tierra desde el cielo.
Tú, Señor, reinas para siempre, y tu Nombre permanece eternamente. Tú te levantarás, te compadecerás de Sión, porque ya es hora de tenerle piedad, tus servidores sienten amor por esas piedras y se compadecen de esas ruinas. R.
Las naciones temerán tu Nombre, Señor, y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria: cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso en medio de ella; cuando acepte la oración del desvalido y no desprecie su plegaria. R.
Quede esto escrito para el tiempo futuro y un pueblo renovado alabe al Señor: porque Él se inclinó desde su alto Santuario y miró a la tierra desde el cielo, para escuchar el lamento de los cautivos y librar a los condenados a muerte. R.
Aleluia. «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré», dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús tomó la palabra y dijo: Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana. Palabra del Señor.
Comentario: ¿Por qué el Señor nos dice que encontraremos descanso cargando su yugo? Porque él no piensa ni actúa como nosotros queremos, sino como necesitamos. Además, el yugo suave es el perdón y es nuestro deber de imitar su humildad y su bondad. El ser humano lleva siempre su cruz a cuestas y sería más llevadera si no le añadiéramos el fardo de nuestro propio pecado. San Agustín dice: “Trabajar por Cristo no es cansarse, sino encontrar reposo, porque el mejor trabajo que alivia al hombre es el de la caridad”.