Leccionario Santoral: Prov 2, 1-9; Sal 33, 2-11; Mt 19, 27-29
Lectura de la profecía de Oseas.
Así habla el Señor: Cuando Israel era niño, Yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Pero cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí; ofrecían sacrificios a los Baales y quemaban incienso a los ídolos. ¡Y Yo había enseñado a caminar a Efraím, lo tomaba por los brazos! Pero ellos no reconocieron que Yo los cuidaba. Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de comer. Mi corazón se subleva contra mí y se enciende toda mi ternura: no daré libre curso al ardor de mi ira, no destruiré otra vez a Efraím. Porque Yo soy Dios, no un hombre: soy el Santo en medio de ti, y no vendré con furor. Palabra de Dios.
Comentario: El Profeta reafirma la idea de que Dios es como un padre para el pueblo de Israel. Pero su Pueblo se comporta como un niño irresponsable y caprichoso, donde se ha alejado de su propio padre para ir en búsqueda de otros dioses. Pero a pesar de sus infidelidades continúa siendo el hijo amado que conmueve las entrañas de su padre y, por tanto, no lo abandonará a su desgracia.
R. ¡Señor, ven a salvarnos!
Escucha, Pastor de Israel, Tú que tienes el trono sobre los querubines, reafirma tu poder y ven a salvarnos. R.
Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa desde el cielo y mira: ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano, el retoño que Tú hiciste vigoroso. R.
Aleluia. El Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús envió a sus doce apóstoles, diciéndoles: Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento. Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes. Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad. Palabra del Señor.
Comentario: Sin duda que el Señor bregó por una Iglesia pobre y que evangelice a los pobres. Y las instrucciones dadas a sus discípulos antes de enviarlos por los pueblos se han expandido hasta hoy. Son disposiciones que no estaban dirigidas solo a ellos, sino a todo cristiano que, en virtud de su bautismo, es también enviado a proclamar la “Buena Nueva”. Jesús nos sigue insistiendo en la necesidad de no perdernos en las cosas y en los métodos, para que así brille la luz que llevamos en el corazón, y nos previene contra el peligro de no alumbrar este mundo por estar muy distraídos con nosotros mismos.