Lectura de la profecía de Amós.
Así habla el Señor: Por tres crímenes de Israel, y por cuatro, no revocaré mi sentencia. Porque ellos venden al justo por dinero y al pobre por un par de sandalias; pisotean sobre el polvo de la tierra la cabeza de los débiles y desvían el camino de los humildes; el hijo y el padre tienen relaciones con la misma joven, profanando así mi santo Nombre; se tienden sobre ropas tomadas en prenda, al lado de cualquier altar, y beben en la Casa de su Dios el vino confiscado injustamente… ¡Y pensar que Yo destruí ante ellos al amorreo, cuya altura era igual a la de los cedros y que era fuerte como las encinas: arranqué su fruto por arriba y sus raíces por debajo! Y a ustedes, los hice subir del país de Egipto y los conduje cuarenta años por el desierto, para que tomaran en posesión el país del amorreo. Por eso, Yo los voy a aplastar, como aplasta un carro cargado de gavillas. El hombre veloz no tendrá escapatoria, el fuerte no podrá valerse de su fuerza ni el valiente salvará su vida; el arquero no resistirá, el de piernas ágiles no escapará, el jinete no salvará su vida, y el más valeroso entre los valientes huirá desnudo aquel día. Palabra de Dios.
Comentario: Israel vive un tiempo de bonanza; dicha prosperidad y tranquilidad no es gratuita, puesto que detrás de ella, hay un ambiente de empobrecimiento y de desprecio que choca con el pobre. En este contexto, el Profeta denuncia cómo una élite no se duele de la suerte del pueblo y confirma, en su oráculo, a Dios como juez y Señor de la historia de los pueblos.
R. ¡El justo gozará la salvación de Dios!
¿Cómo te atreves a pregonar mis mandamientos y a mencionar mi Alianza con tu boca, tú, que aborreces toda enseñanza y te despreocupas de mis palabras? R.
Si ves a un ladrón, tratas de emularlo; haces causa común con los adúlteros; hablas mal sin ningún reparo y tramas engaños con tu lengua. R.
Te sientas a conversar contra tu hermano, deshonras al hijo de tu propia madre. Haces esto, ¿y Yo me voy a callar? ¿Piensas acaso que soy como tú? Te acusaré y te argüir. cara a cara. R.
Entiendan bien esto, los que olvidan a Dios, no sea que Yo los destruya sin remedio. El que ofrece sacrificios de alabanza me honra de verdad. R.
Aleluia. No endurezcan su corazón, sino escuchen la voz del Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Al verse rodeado por la multitud, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla. Entonces se aproximó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas». Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». Otro de sus discípulos le dijo: «Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre». Pero Jesús le respondió: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos». Palabra del Señor.
Comentario: El seguimiento a Jesús lleva consigo algunas condiciones para considerar, como estar libre de cualquier atadura o seguridad, disponibilidad para la misión sin calcular los riesgos, respuesta y generosidad inmediata, ya que las exigencias del Reino de Dios no tienen espera. Quien quiera seguir a Cristo debe conocer a qué se compromete y quién es la persona que lo llama.