Semana 10ª durante el año – Semana II del Salterio.
Gloria. Credo. Prefacio dominical.
Lectura del primer libro de los Reyes.
Elías, de Tisbé en Galaad, dijo a Ajab: «¡Por la vida del Señor, el Dios de Israel, a quien yo sirvo, no habrá estos años rocío ni lluvia, a menos que yo lo diga!». La palabra del Señor le llegó en estos términos: «Vete de aquí; encamínate hacia el Oriente y escóndete junto al torrente Querit, que está al este del Jordán. Beberás del torrente, y Yo he mandado a los cuervos que te provean allí de alimento». Él partió y obró según la palabra del Señor: fue a establecerse junto al torrente Querit, que está al este del Jordán. Los cuervos le traían pan por la mañana y carne por la tarde, y él bebía del torrente. Palabra de Dios.
Comentario: El nombre de Elías significa “Yahvé es mi Dios” y es lo que mejor sintetiza su vida y ministerio. La crisis del yahvismo se dio al momento en que el pueblo se estableció en tierras cananeas. Sus dioses y cultos tuvieron consecuencias para la fe yahvista. Además, el advenimiento de la monarquía empeoró más esta situación.
R. ¡Nuestra ayuda nos viene del Señor!
Levanto mis ojos a las montañas: ¿de dónde me vendrá la ayuda? La ayuda me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.
Él no dejará que resbale tu pie: ¡tu guardián no duerme! No, no duerme ni dormita el guardián de Israel. R.
El Señor es tu guardián, es la sombra protectora a tu derecha: de día, no te dañará el sol, ni la luna de noche. R.
El Señor te protegerá de todo mal y cuidará tu vida. Él te protegerá en la partida y el regreso, ahora y para siempre. R.
Aleluia. Alégrense y regocíjense, porque ustedes tendrán una gran re¬compensa en el cielo. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Seguían a Jesús grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Al ver la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a Él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron». Palabra del Señor.
Comentario: Jesús enseña las bienaventuranzas a sus discípulos y a todos aquellos que se sienten pecadores y frágiles. Las Bienaventuranzas o Sermón del Monte es como la carta magna del nuevo pueblo de Dios. Son ocho enunciados de valor, no mandatos como el decálogo del Sinaí. Son, más que nada, una invitación a superarse constantemente en el camino a la santidad y una oferta de la misericordia de Dios.