Motivación de entrada
El Salmo ofrece la expresión adecuada para acercarnos juntos a la eucaristía de
hoy: “Que se alegren los que buscan al Señor. Recurran al Señor y a su poder, busquen continuamente su rostro” (Sal 104).
Acto penitencial
Hoy pedimos perdón: por no haber amado sin restricciones, como debe amar el
cristiano; por no realizar con amor nuestro trabajo; por no amar concretamente
a los pobres, a los enfermos, a los más necesitados.
Lecturas Bíblicas
Primera lectura: Éxodo 22, 20-26.
El texto del Éxodo va leído en paralelo con el evangelio de hoy. Es, en efecto, una
lista de obras buenas que deben manifestarse con el amor hacia el prójimo más
necesitado.
Segunda lectura: 1 Tesalonicenses 1, 5-10.
Pablo elogia a la comunidad de Tesalónica por la forma como acogió la fe y por
su influjo misionero en toda la región.
Evangelio: Mateo 22, 34-40.
Una pregunta recurrente y siempre necesaria: ¿Cuál es el mandamiento más
grande? Buena ocasión para cuestionamos sobre cómo amamos a Dios y a los
hermanos. Dos exigencias indisolubles.
Oración de los fieles
Presentación de las ofrendas
Los dones del pan y del vino, que llevamos juntos al altar, sean expresión de
nuestro deseo profundo de alcanzar un amor verdadero a Dios y a los hermanos.
Comunión
Nuestra comunión con Cristo Jesús se hace plena en el amor a los hermanos que
si es verdadero, llega hasta dar la vida, como Jesús.
Despedida
Que la fe, la esperanza y el amor, que hoy hemos alimentado con la palabra y el
sacramento, crezcan y se manifiesten en obras concretas, para que todos alaben
a Dios. Es el augurio para todos.