Al prepararnos hoy para la liturgia dominical, pensemos y revisemos nuestras actitudes, pues Dios quiere una religión de amor y misericordia y no de simples ritos.
Pedimos perdón por nuestras faltas de amor y de misericordia, cometidas con pensamientos, palabras, obras y omisiones: en nuestra casa, con los vecinos y con nuestros compañeros de trabajo.
Suplicamos al Señor que nos escuche y nos conceda pensar y hacer siempre lo que es recto.
Presentación de las ofrendas
El ofrecimiento del pan y del vino, signo de nuestra entrega al Señor, nos haga crecer en el amor.
Comunión
La mejor “vitamina” nos la da hoy la carta de san Juan que nos recuerda que “Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1 Jn 4, 16).
Despedida
A un mundo ofuscado por el odio, las envidias y el pesimismo, anunciémosle con fuerza el amor misericordioso del Padre Dios.