Por Gerardo Chandía, académico Psicología UCM
Este día domingo se celebra uno de los días en los que el comercio saca cuentas felices y todos/as nos encargamos de “comprar” ese regalo para celebrar el Día de las Madres.
Parece ser un día de felicidad y un lindo reconocimiento a la hermosa labor de cuidado que ejercen las mujeres. No obstante, estamos muy lejos de reconocer la hermosa pero difícil tarea de cuidar, una labor que implica extensas horas de trabajo tanto en labores de crianza como en labores domésticas.
Sin ir más lejos, en este día domingo, se congregarán gran parte de las familias en el hogar de la abuela con el objetivo de celebrar a las distintas madres de la descendencia, pero, en muchos casos, termina siendo un día más de trabajo para aquellas madres, quienes deben cocinar, lavar los platos y limpiar la casa posterior a la celebración.
Una muestra de la triste realidad que vivimos como sociedad, donde son las madres las que se hacen cargo de dichas labores y los padres/varones seguimos “disfrutando” de este privilegio, solo por el hecho de ser hombres.
La maternidad y paternidad son procesos que se viven con agrado y satisfacción, no obstante, en algunos casos pueden llegar a generar altos montos de estrés, que pueden desencadenar, incluso, un síndrome denominado burnout parental, cuando dicho estrés se vivencia de forma crónica.
La evidencia nos dice que, en Chile, quienes experimentan más niveles de burnout parental son las madres -más que los padres-. Lo anterior, confirma la hipótesis que en nuestra realidad seguimos asumiendo que la responsabilidad en los cuidados la tienen las mujeres, perpetuando estereotipos de género, desde la figura clásica del padre proveedor vinculado al ámbito público y madre cuidadora vinculada al ámbito privado.
¿Qué hacemos? Difícil pregunta.
Algunos estudios señalan que nos faltan 130 años para equiparar las brechas de género. La responsabilidad la tenemos todos y todas, desde el Estado como garante de derechos y generador de políticas públicas, hasta la sociedad en su conjunto.
En este contexto, el rol que nos compete a cada uno/a de nosotros es clave, podemos generar cambios en nuestras prácticas desde los distintos roles que nos movemos.
Quizás este día domingo sea un buen día para comenzar… cocinando, lavando los platos o limpiando la casa. Quizás.