Prefacio de Pascua.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
En aquellos días, nos embarcamos en Tróade y fuimos derecho a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis. De allí fuimos a Filipos, ciudad importante de esta región de Macedonia y colonia romana. Pasamos algunos días en esta ciudad, y el sábado nos dirigimos a las afueras de la misma, a un lugar que estaba a orillas del río, donde suponíamos que se hacía oración. Nos sentamos y dirigimos la palabra a las mujeres que se habían reunido allí. Estaba escuchando una de ellas, llamada Lidia, negociante en púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios. El Señor le tocó el corazón para que aceptara las palabras de Pablo. Después de bautizarse, junto con su familia, nos pidió: “Si ustedes consideran que he creído verdaderamente en el Señor, vengan a alojarse en mi casa”; y nos obligó a hacerlo. Palabra de Dios.
Comentario: El nuevo equipo misionero se interna en Asia menor. Ruta, probablemente, de las grandes ciudades greco-rromanas de la provincia asiática. Asimismo, el Señor tocó el corazón de Lidia para que acogiera la fe y se comprometiera con la misión de san Pablo. De este modo, la misión de la Iglesia será y es abrir el camino para que todos encuentren el Reino de Dios y se conviertan en discípulos misioneros.
R. ¡El Señor ama a su pueblo!
Canten al Señor un canto nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que Israel se alegre por su Creador y los hijos de Sión se regocijen por su Rey. R.
Celebren su Nombre con danzas, cántenle con el tambor y la cítara, porque el Señor tiene predilección por su pueblo y corona con el triunfo a los humildes. R.
Que los fieles se alegren por su gloria y canten jubilosos en sus fiestas. Glorifiquen a Dios con sus gargantas; ésta es la victoria de todos sus fieles. R.
Aleluia. “El Espíritu de la Verdad dará testimonio de mí, y ustedes también dan testimonio”, dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesu-cristo según san Juan.
A la hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio. Les he dicho esto para que no se escandalicen. Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios. Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho. No les dije estas cosas desde el principio, porque yo estaba con ustedes”. Palabra del Señor.
Comentario: Jesús promete enviar el Espíritu Santo, el cual permitirá recordar todo lo enseñado y dar valor para testimoniar la fe. Por eso, quienes buscan la verdadera fuente de la felicidad en Cristo saben que es el Espíritu Santo quien puede otorgar la paz, la alegría, la serenidad y ser fecundos, pero en esa estrecha amistad con él. Apartados de él es una tarea absurda e inconsecuente.