El 11 de mayo, en la vigilia de la Ascensión del Señor, celebramos el Día del Catequista, apóstoles de un pequeño rebaño que son el epicentro de la evangelización.
La palabra “catequesis” viene del griego y significa: instruir, resonar o hacer eco. Los catequistas son los evangelizadores que, en nombre de la comunidad que los ha elegido y formado, desempeñan la tarea de educar en la fe a quienes se inician en la vida cristiana, con el objetivo de que permanezcan y perseveren en ella.
Son cristianos comprometidos que enseñan, orientan y acompañan a las futuras generaciones en el camino de la maduración de su fe, formando comunidades eclesiales, donde se anuncia, se comparte, se celebra y se vive el compromiso cristiano, en sintonía con las líneas pastorales de la Iglesia universal y particular.
Ellos ejercen este ministerio en diversos ámbitos: catequesis bautismal, familiar, de iniciación cristiana de adultos, con personas en situación de discapacidad y en cada una de las distintas iniciativas de la pastoral de conjunto.
En el Día del Catequista recordemos, recemos y demos gracias a quienes nos dieron charlas para el bautismo de nuestros niños; a los que, con mucha paciencia, nos prepararon para la primera comunión y confirmación, a los que nos dieron charlas prematrimoniales y nos acompañaron en cada necesidad de contención y apoyo cuando estuvimos en dificultades y recibimos de ellos un oportuno, sabio e iluminador consejo.
Desde estas páginas saludamos a nuestros catequistas y les transmitimos todo el reconocimiento, felicitaciones y ánimo en esta noble tarea que realizan. Que Dios bendiga su dedicación, esfuerzos y preocupaciones para desempeñar entre nosotros, literalmente, el precepto de Jesús: Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación (Mc 16,15).
En Jesús, María y Pablo,
El Director.